Swing Latino: La octavita es un día de «yapa»

Hurgué en los papeles digitales para satisfacer la curiosidad, y como siempre, me hallé con uno que otro descubrimiento. Quizás no se trata de nada del otro mundo, pero de seguro muchos de nuestros lectores se han preguntado alguna vez por qué extendemos el Carnaval y celebramos “la octavita”.

Héctor Díaz, colega del diario El Tiempo, de Trujillo, nos aclara de manera jocosa que se trata de una costumbre muy venezolana, donde la música y el “bonche” tienen una segunda oportunidad. Asegura el fablistán que “los venezolanos nos acostumbramos a hacer celebraciones dobles, es decir, que luego de un festejo “siempre armamos una octavita o una segunda vuelta… las cosas que no pudimos hacer en el momento de la primera celebración, las mejoramos en la octavita”. No guarde usted los CD de Héctor Lavoe, Cheo Feliciano u Oscar de León, porque el arayé no se termina. ¡Sabrosoooo!

El pana Díaz coloca algunos ejemplos un tanto maledicentes o por lo menos punzantes; el caso de una segunda vuelta u octavita de un bautizo, donde se resalta que los invitados, luego de disfrutar y soltar una retahíla de comentarios malsanos y difamatorios, se atreven, luego del bembé, a comentar algo así como: “Al cumplir el primer añito tenemos que hacerle su fiesta en el club. Ya al nombrar club reflejan el descontento del bautizo hecho en casa. En la despedida se te acercan y te recuerdan de una manera solemne: La próxima semana es la octavita de este bautizo, para seguirle dando la bienvenida a este mundo al niño”. La cosa es que la octavita o segunda vuelta se ha institucionalizado en todos los órdenes de la sociedad; la rumba vive y sigue en una especie de “ñapa”, palabrita que motiva una segunda parte afincada en otro descubrimiento.

ÑAPA, LAGNIAPPE o YAPA

Según la Real Academia, la palabra ñapa se origina en una palabra quechua que significa “ayuda” o “aumento”. Una versión más antigua de la palabra es la escritura con “y”, debido, probablemente, a diferencias de pronunciación de distintas variedades del quechua.

En nuestro país, “pedir la ñapa” formaba parte de las compras diarias. La ñapa era un obsequio, una consideración del vendedor para con el parroquiano.

Al parecer, el origen de la palabra ñapa pareciera ser de origen francés: lagniappe, y significa algo así como dar algo más. El vocablo lagniappe llega a nuestro país como regalo de los conquistadores. Recordemos que no solo españoles pisaron nuestro suelo, sino ingleses, franceses e italianos, con quienes hoy en día no solo compartimos rasgos físicos proveniente del mestizaje, igual nos nutrimos o empobrecimos con cierta cantidad de barbarismo que terminaron convirtiéndose en americanismos, entre ellos nuestra querida “ñapa”.

HARE, HARE. KRISNA, KRISNA

Igualmente nos topamos con un rollo religioso. En un texto sobre el particular, la palabra “yapa” es común entre los devotos de Krisna. Así, leemos que “en ciertas celebraciones solo deben comer “prasada” (alimentos vegetarianos ofrecidos a Krisná); recitar 16 vueltas diarias al yapa-mala… “pero cuando el pueblo embravecido pide pan, de buenas ganas quisieran los gobiernos poderle también dar carne de yapa -contestó la vizcacha-. Le alquilé una pieza, y como le fuera a cobrar el alquiler, rompió la puerta, y de “yapa” me insulta…

Lo importante es que la palabrita, escríbase con “Y” o con “Ñ”, sirve para ilustrar lo que es la Octavita de Carnaval: la prolongación de una fiesta, la culminación de un festejo para quedar satisfecho de todo. El punto final de lo planeado. En la octavita podemos culminar algunos amoríos. Cerrar el círculo de algo. Es la segunda oportunidad para “finiquitar” un asunto.

Los caraqueños ayer celebramos esa “ñapa” de fiesta. Nos desatamos ayer a lo grande. Hoy descansaremos de tanta rumba y jolgorio; las beatas que se disfrazaron de “negritas” le confesarán al padre Andrés sus travesuras en el emperifollado club o en los escondrijos del templete. Puede que de esa octavita quede una “ñapa” y a los nueve meses celebremos un nacimiento. Recemos una “yapa” –rosario hindú- para que tal inconveniente no ocurra. ¡Que así no haya sido!.

T/ Ángel Méndez