Tarantino rinde homenaje al cine desde el cine en Erase una vez… en Hollywood

Después de su estreno en la competencia correspondiente a la pasada edición del prestigioso festival de Cannes, en Francia, la audiencia venezolana ya tiene la oportunidad de apreciar Erase una vez… en Hollywood, el más reciente filme del reconocido director de cine de culto, Quentin Tarantino, quien ofrece en esta oportunidad un homenaje a los principales íconos que marcaron una época puntual a la industria cinematográfica estadounidense a la que el autor pertenece, critica y usa como recurrente abrevadero para su inspiración .

Ya en 1997, con Jackie Brown, Tarantino rindió un homenaje a un género que tuvo su auge en la década de los 70 del siglo pasado, identificaron como Blaxploitation o filmes de explotación negra, caracterizado por el protagonismo de la comunidad afrodescendiente. Más adelante, a comienzos de este siglo, el autor hizo reverencia a las películas de artes marciales con las dos entregas de la muy apreciada saga Kill Bill, en la que intervino nada menos que David Carradine, quien precisamente saltó a la fama por su interpretación de Kwai Chang Caine, el solitario monje chino shaolín de la serie de televisión de los 70, Kung Fu.

Hot Dog Western

En esta ocasión, ya desde el nombre, Erase una vez… en Hollywood, Tarantino hace referencia a Erase una vez en el Oeste, uno de los más destacados títulos del Spaghetti western, un género que si bien surgió en Italia, sirvió no solo de palanca para sostener, en un momento de incipiente declive, en los años 60, al estadounidense género del western, sino además de refugio para destacadas figuras de la industria hollywoodense.

En concreto, Erase una vez… en Hollywood reconstruye la ciudad de Los Ángeles, y muy específicamente Hollywood de la década de los 60 para contar, a lo largo de casi tres horas, las peripecias de Rick Dalton, un actor cuya carrera empieza a descender, interpretado por Leonardo DiCaprio, afamado por su rol de antagonista en series de TV y películas western, y su doble de riesgo, asistente personal, chofer y amigo, Cliff Booth, un rudo exmilitar encarnado por Brad Pitt.

El propio Tarantino ha admitido que el primero de estos personajes es una combinación entre Burt Reynolds y Clint Eastwood, mientras que el segundo está inspirado en Hal Needham, quien acompañó durante largo tiempo a Reynolds.

La riqueza narrativa

Aun cuando la película no es de lectura particularmente compleja, para aprovechar toda su riqueza narrativa es necesario conocer una infinidad de elementos de la cultura popular, y particularmente cinematográfica, de Estados Unidos.

De tal manera que, para disfrutar en su entera dimensión lo que Tarantino nos trae con Erase una vez… en Hollywood es necesario conocer un sinfín de elementos a los que el autor echa mano para, como dijimos al principio, configurar un homenaje a la cultura pop audiovisual estadounidense de la década de los 60 del siglo XX. Inclusive ya existen algunas páginas web que enumeran los “guiños” contenidos en la película a una amplia cantidad de estos elementos.

Lo que no fue

Dentro de toda esta narración del cine dentro del cine, la referencia más importante en, incluso mucho más que las menciones a obras del Spaghetti western, puntualmente las de Sergio Leone y Sergio Corbucci, es la recreación del Spahn Ranch, una abandonado terreno que sirvió de locación para películas western, en el momento de mayor esplendor del género, donde se se instaló el clan Manson.

Como en su película Bastardos sin gloria, Tarantino también juega aquí con el concepto de ucronía. En una parte donde el autor despliega la mayor dosis de su característica violencia, se introducen elementos reales para cambiar la historia y darle otro rumbo a la muerte de la conocida actriz y esposa del director Román Polansky, Sharon Tate, interpretada por Margot Robbie, a manos de los seguidores de la secta conocida como La Familia, dirigidos por Charles Manson.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Archivo CO