Por Beatriz Aiffil|Tareas pendientes (Opinión)

“Pa la Asamblea” se tituló mi último artículo de 2015. Publicado la semana anterior a las elecciones del 6-D. Hablaba justo de la inclusión del pueblo en la Asamblea Legislativa de la República Bolivariana de Venezuela. Hablaba de la construcción de una patria socialista. Hablaba del pueblo legislador. Hablaba del punto del No Retorno.

Hablaba del desprecio y el asco con que la clase social dominante y la élite política miran al pueblo-pueblo y hacía referencia a un tal Henry, en referencia a esa gente clasista, racista que nos había dominado desde la llegada de Cristóbal Colón.

En una carta que escribí al comandante Hugo Chávez en octubre de 2014, después del asesinato de Robert Serra (después del asesinato de ambos), también llamaba la atención sobre el sometimiento del pueblo al maltrato, al palanqueo, al chapeo, al amiguismo, al clientelismo… Me preguntaba por qué todavía el pueblo-pueblo no tiene el privilegio de entrar por la puerta grande y con honores. Y le pedía a Chávez (a los chavistas en el poder), pararse al lado de la muchedumbre a escuchar atentamente lo que dice y lo que quiere decir entrelíneas.

Le pedía a los chavistas en el poder, cumplir las tareas pendientes. Máximos niveles de eficiencia. Combate a la corrupción. Comuna o nada. El Comandante dejó tareas pero algunos se hacen los locos. El “olvido” del bicentenario de la Rebelión Popular de 1814 todavía me carcome el alma. Son símbolos que empoderan, camaradas. Chávez lo sabía y por eso lo pidió.

Empoderar al pueblo no es solo darle panes y peces. No es solo darle puestos de mando o de trabajo. Es también fortalecer la conciencia. Lo único que puede mantener el barco rumbo hacia el socialismo a pesar de los desvíos temporales provocados por golpes suaves, silenciosos o continuados es la conciencia. Sobre todo la conciencia de la meta colectiva. ¿No es acaso un mundo justo el que queremos? ¿Combatir las desigualdades? ¿Acabar con las prácticas de superioridad sobre cualquier fundamento? ¿O es que queremos acceder el poder y a los recursos para pisotear, dominar, subyugar? ¿Queremos simplemente voltear la pirámide? Si es esto último, “si después de tantas palabras no sobrevive la palabra, si después de las alas de los pájaros no sobrevive el pájaro parado, más valdría, en verdad, ¡que se lo coman todo y acabemos!”

Insisto en el punto del No Retorno. Insisto en que no hay vuelta atrás… Si nos lo proponemos seriamente.

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