Elecciones presidenciales|Nicaragua apuesta por la profundización de la Revolución Sandinista

Este domingo el pueblo nicaragüense, representado en casi 4 millones de votantes, elegirá a su nuevo presidente y vicepresidente, 90 diputados a la Asamblea Nacional y 20 representantes ante el Parlamento Centroamericano (Parlacen), para un período de cinco años que se iniciará el 10 de enero de 2017.

Al respecto, el Grupo de Invitados Electorales que arribó desde el viernes a Nicaragua para acompañar el proceso, presidido por el expresidente paraguayo Fernando Lugo, resaltó el carácter ejemplarizante de la democracia en este país centroamericano, reseñó la multiestatal Telesur.

Lugo se refirió específicamente a las circunstancias que rodean estos comicios, en medio de la arremetida imperialista y neoliberal que vive la región latinoamericana. Nicaragua no ha escapado de la guerra mediática orquestada por la derecha transnacional y dirigida desde Washington, pero pese a ello, las fuerzas sandinistas que conducen el proceso de liberación nacional que se desarrolla en esa nación encabezan todos los sondeos y las preferencias de voto.

«Por lo menos en la región del Cono Sur, cuando dicen que los gobiernos progresistas están pasando por una crisis, creemos que mucho podemos aprender hoy de Nicaragua, donde el proceso nicaragüense es un proceso que se ha consolidado», aseguró Lugo.

«Yo creo que la democracia consolidada, sólida, de calidad se da por el buen vivir de la gente y es lo que nosotros queremos constatar cómo se da en Nicaragua», dijo Lugo, quien catalogó las elecciones de hoy como una verdadera «fiesta democrática».

LOS VOTOS DE NICARAGUA REPERCUTIRÁN EN TODA AMÉRICA LATINA

Tal y como señala el analista internacional Sergio Ferrari, lo que suceda en estas elecciones en Nicaragua repercutirá en toda América Latina.

Seis organizaciones políticas presentaron sus candidaturas, de las cuales tres son de orientación liberal, una conservadora, otra -la Alianza por la República- reúne a varias facciones de la antigua contrarrevolución y la Alianza Unida Nicaragua Triunfa, liderada por el partido de gobierno, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que está integrada por una quincena de partidos y organizaciones de los más diversos tintes políticos.

“Los resultados de las urnas a las que se convocan a 3 millones 400 mil electores tendrán repercusiones internas y regionales. A nivel nacional, en tanto termómetro del respaldo con el que cuenta el sandinismo y cuyo candidato, el actual presidente Daniel Ortega, aspira a un tercer mandato, acompañado por su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta. Un fuerte voto opositor o una abultada abstención podrían interpretarse como una condena a la actual política gubernamental”, aseguró Ferrari en su reflexión publicada por la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI).

“En el marco geopolítico de un continente en el que la derecha neoliberal ha recuperado protagonismo en el último año -especialmente con Mauricio Macri en Argentina y con Michel Temer en Brasil- la victoria del FSLN constituiría un aval de importancia para gobiernos que apuestan a Estados sociales fuertes y que defienden una visión autónoma de Washington”, destaca Ferrari.

Las diversas encuestas indican desde hace ya varios meses al FSLN como vencedor con una intención de voto que supera el 70% .

“Los indicadores de una casi cierta victoria sandinista pueden explicar por qué no se vivió en el país centroamericano una campaña electoral apasionada y activa como sucediera en comicios anteriores. El FSLN se confronta hoy a dos tipos de oposición. Una “light, protagonizada por las fuerzas que participarán el 6 de noviembre en la contienda. La otra, más virulenta, que llama a la abstención como sanción política”, indica Ferrari.

La campaña electoral fue precedida por una fuerte guerra mediática en contra del liderazgo sandinista, orquestada por factores de la derecha nacional e internacional, que han tratado de deslegitimar el sistema democrático de ese país.

El ejemplo de ello lo resalta Ferrari en los siguientes paŕrafos: “Dos meses antes, a fines de julio, 28 diputados -16 titulares y 12 suplentes- del Partido Liberal Independiente (PLI) perdieron sus bancas en el Parlamento por decisión del Consejo Supremo Electoral. La oposición y la gran prensa internacional denunciaron entonces el “fin de la democracia” y el “Golpe de Estado al Poder Legislativo”.

La verdad es que “la decisión del Poder Electoral fue resultado de una crisis ocasionada por la división interna del PLI. La Corte Suprema de Justicia interpretó que esas curules pertenecían al partido por el cual fueron elegidos. El sector del PLI reconocido como oficial, dirigido por Pedro Reyes, pudo de inmediato nombrar a sus propios diputados en reemplazo de los destituidos”, explica Ferrari.

“La revista Envío de octubre subraya también lo que considera como una seria advertencia de los Estados Unidos contra el Gobierno de Nicaragua. El 21 de septiembre, 435 legisladores demócratas y republicanos de la Cámara de Representantes aprobaron la Nicaraguan Investiment Conditionaly, conocida como Nica Act, que condiciona préstamos de instituciones financieras a la realización de elecciones libres. La misma no fue aprobada todavía por el Senado norteamericano pero queda planeando como una amenaza real contra Managua”, prosigue el analista.

Lejos de sorprenderse por la posición de los diputados norteamericanos, “que expresa el intento de una recuperación de hegemonía en Centroamérica, lo que me impactó positivamente fue la respuesta crítica de la gran mayoría de sectores nacionales, sea políticos, religiosos o empresariales, ante esa actitud norteamericana”, explica el sociólogo Orlando Núñez Soto, director del Cipres (Centro para la Promoción, la Investigación y el Desarrollo Rural y Social) con sede en Managua y articulista de la revista Correo.

La amenaza imperialista logró amalgamar distintas corrientes nacionalistas en torno al planteamiento del FSLN de defender la soberanía, a eso lo acompaña el indiscutible apoyo popular debido a las conquistas sociales obtenidas con el sandinismo. En el balance retrospectivo desde la vuelta del FSLN en 2007 destacan los avances productivos y sociales.

Hace casi una década, Nicaragua era el segundo país más pobre de América Latina, tras 17 años de gobiernos neoliberales, y luego de la derrota electoral del FSLN que frenó el proceso de liberación nacional conocido como Revolución Sandinista.

En estos diez años y debido a la alianza estratégica con otros gobiernos progresistas de la región, en especial con Venezuela y Cuba, el sandinismo aumentó el Producto Interno Bruto en 40%, y casi el 50% del mismo procede de lo que se denomina la economía popular. Con ello, Nicaragua ha garantizado su propia soberanía alimentaria y se ha convertido en un país exportador de alimentos, logrando mantener un crecimiento de 4,5% anual en los últimos años.

“Datos macros que se trasladan a la vida cotidiana: avances en carreteras y electrificación que son altamente valorados por la gente. La educación y salud públicas y gratuitas. Planes sociales de impacto como Hambre Cero, Usura Cero, Bono Productivo etc. Y la alta seguridad ciudadana que marca la diferencia con respecto a países como Honduras, El Salvador o Guatemala, en una región en que se encuentra entre las más violentas del mundo”, enfatiza Ferrari en su trabajo.

¿Podrá el sandinismo en las urnas y en la eventual continuidad de su gestión escapar a la contraofensiva neoliberal que toma fuerza en Latinoamérica? Los pueblos latinoamericanos confiamos en que sí.

T/ Redacción CO-Telesur
F/ Archivo CO