José Vicente Rangel |Noel Rodríguez retorna

Este martes retornan sus restos después de 40 años de su desaparición. Cuando el terrorismo de Estado que practicaba la Cuarta República, la democrática, exhibida como ejemplo para la región, lo asesinó. Fríamente. Con la pericia adquirida en la Escuela de las Américas donde fueron entrenados por expertos gringos miles de oficiales latinoamericanos para torturar y acabar con la vida de los luchadores populares. Hoy vuelve lo que de él queda –aparte de sus huesos– su ejemplo, su valor, su profundo amor a la humanidad, para reencontrase con los suyos, su familia, su heroica madre, y ser recibido en el seno de la representación popular, la Asamblea Nacional, identificada ahora con los valores de la Revolución y a años luz de aquella otra que en el pasado socavó la soberanía de la Patria, comprometió la riqueza nacional y sirvió de plataforma para avalar la represión más brutal que Venezuela haya conocido.

SE LLAMABA NOEL RODRÍGUEZ, tenía 27 años de edad. Estudiaba economía en la Universidad Central. Militaba en Bandera Roja. Era un activista lleno de fe. Que asumió la política con dignidad y con sin igual coraje. Es decir, alguien que quería vivir. Alguien que merecía vivir.

LA DELACIÓN QUE FUE el recurso utilizado para desmantelar buena parte del movimiento revolucionario latinoamericano, consecuencia directa del desquiciamiento ético y de los métodos basados en el tormento físico de los detenidos, condujo a la captura, en Caracas, del dirigente de Bandera Roja. A partir de ese momento comenzó el martirio. El gobierno de entonces, los organismos de seguridad, nunca reconocieron el hecho. A Noel Rodríguez se lo tragó la tierra. Cayó en ese hueco sin fondo de la desaparición forzada, concebida en los laboratorios de la infamia de la contrainsurgencia, que junto con la tortura readquiere en Estados Unidos plena vigencia –como patéticamente lo registra la película La Noche más Oscura–. Pero siempre, como solía ocurrir en estos casos, algo se filtraba. Siempre se fugaba de ese mundo del silencio algún dato revelador. En el caso de Noel Rodríguez se supo que había sido trasladado por los efectivos del SIFA que lo apresaron hasta el Teatro de Operaciones (TO) ubicado en Cocollar, estado Sucre. Allí fue salvajemente torturado hasta morir a consecuencia de un severo traumatismo del cráneo .

Mata de Rodriguez muestra el retrato de su hijo

EL CASO NOEL RODRÍGUEZ impactó al país. Los muros de las ciudades se llenaron de leyendas alusivas a su desaparición y la pregunta “dónde está Noel Rodríguez” se multiplicó por miles a lo largo y ancho del país. Las universidades y liceos reclamaron, con el signo de la llamarada del repudio y de la cólera, abrumadoramente, una explicación. Pero todo fue inútil. La represión puntofijista funcionaba con precisión de relojería y con la eficacia que no tenía áreas diferentes de la administración pública. Era una combinación de brutalidad y de silencio. Del accionar de los organismos represivos y la solidaridad tácita de los organismos que, por mandato de la Constitución, debían velar por la seguridad y la vida de los ciudadanos. Presidentes de la República, ministros del Interior y de Defensa, fiscales generales, tribunales, se inhibían. No investigaban denuncias y solidarizaban en la práctica con el terror generado por los organismos policiales.

40 AÑOS DESPUÉS, cuando de Noel Rodríguez apenas quedaba un vago recuerdo, cuando solo entre familiares y amigos latía su memoria, gracias al coraje y perseverancia de quien reinvindica al Ministerio Público, –Luisa Ortega y al equipo que la acompaña–, Noel Rodríguez reaparece. Su madre, hoy con 87 años, pasó 40 buscándolo. Su esfuerzo, su amor infinito, su calidad de mujer venezolana que soportó sin doblegarse ante la fatalidad del martirio, recibirá los restos hallados en un nicho abandonado, desolado, del Cementerio General del Sur, en acto que contará con los auténticos defensores y creyentes de la causa de los derechos humanos. No los hipócritas que se envuelven en esa bandera que sus predecesores en los gobiernos de la Cuarta República pisotearon y humillaron. Un acto simbólico, pero con un profundo contenido humano y moral. Los restos recuperados de Noel Rodríguez marcan la diferencia entre un pasado tenebroso, de muerte, de falsificación de la verdad, y el irrenunciable derecho a la vida. El tiempo que media entre la desaparición de un ser humano como Noel Rodríguez, y su definitivo rescate de la ignominiosa oscuridad, es el de la victoria de la dignidad humana frente a la indignidad.

Texto/José Vicente Rangel
Foto/Ciudad Ccas