Por Vladimir Lazo García|El tema del valor y del plusvalor

Si nos preguntamos ¿con qué nos hicimos seres humanos desde el fondo “originario” de los homínidos que eran nuestros abuelos? me atrevería a responder lo siguiente: los seres humanos inventamos esencialmente tres comportamientos que creo que no existían antes de nosotros en los demás animales que coexistieron con nosotros por muchos centenares de miles de años.

Nuestras invenciones: a) al inventar el trabajo, inventamos también la imaginación productiva, base de la civilización material, b) inventamos el amor recíproco macho-hembra, y el amor a la forma y a la belleza al transformar la reproducción en placer, goce y erotismo, c) al inventar la guerra, inventamos el juego, que es su metáfora. Construir la civilización material nos llevó a la invención y al desarrollo desde muy antiguo de las estructuras mentales del cálculo; a las de la lógica y de la dialéctica, que nacieron juntas, y en tiempos relativamente contemporáneos a ellas de la física y de la filosofía y, “todo lo demás”, que ya dura más de tres mil años.

El trabajo, nuestro primer invento, tiene una particularidad propia, suya: el trabajo, al entrar en contacto con la naturaleza y transformarla, y producir cosas útiles, le transfiere algo que la hace más valiosa que si estuviera en estado virgen y sin transformaciones, y esa nueva cualidad la llamamos valor. En adelante ella adquiere valor por comenzar a ser el objeto que transformamos en cosas útiles con el trabajo.

Desde fines del medioevo comenzó un proceso que produjo la modernidad, que significa tiempo nuevo, por obra de transformaciones en el sistema productivo, que con el tiempo normalizó las funciones de reproducción material de la sociedad, en forma de combinación ponderada de factores trabajo, capital y tierra. Y con ello tenemos la protohistoria del capitalismo.

El capitalismo hereda una sociedad de altísima cultura en muchísimos aspectos, y la procesa con su instrumento básico: la mercancía. Transforma todo lo existente en mercancía comenzando por la actividad de reproducción física de la sociedad, es decir, al trabajo. El capital, al comprarlo, vuelve al trabajador, poseedor y portador de una mercancía original del capitalismo que es la fuerza de trabajo. Ésta es comprada, como toda mercancía, por su precio de producción, y ese precio se llama salario. Cuando el capitalista compra el trabajo le paga -como base del cálculo-, al trabajador, cada día, lo que éste necesita para mantenerse por un día, su equivalente de “valor”, pero durante la jornada de trabajo produce más valor del que vale.

Dado que la única fuente de valor es el trabajo, como dijimos antes, al producir todos los días su salario con su trabajo, que le sirve para autoproducirse como vida, con ello produce el valor pues su produce a sí mismo; pero como sigue trabajando porque ha vendido la jornada de trabajo entera, sigue produciendo objetos útiles y más valor, un plus, porque ya ha producido el valor que era él, es decir, produce plusvalor del que se apropia el capitalista. Es trabajo expropiado al trabajador.

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Caracas