“Tercer cuerpo” apuesta a una comunicación más sincera

Vivimos en una era de redes sociales y tecnología de punta, pero no necesariamente la comunicación está a la cabeza de las necesidades del ser humano. Por ahí va la historia de «Tercer cuerpo… la historia de un intento absurdo», que está actualmente en la Sala Rajatabla de Caracas, los sábados y domingos, desde las tres de la tarde, hasta el domingo 12 de septiembre.

Se trata de una pieza original del dramaturgo argentino Claudio Tolcachir, que nos muestra en una oficina a tres individuos que ven su futuro en picada, que intercambian diálogos vacíos y evitando sincerarse. Sus tragedias a la vez se cruzan con la de una pareja joven en crisis. A medida que transcurre la obra se empiezan a descubrir mentiras, sacar los trapitos al sol y aceptar sus realidades.

Está muy bien dirigida por Jeizer Ruiz, quien además de ser seguidor de la obra del porteño Tolcachir , lo hace “porque me interesa mucho tratar, como director, temas como la violencia, la soledad, el exilio y en este caso se plantea eso”.

Esta vida de cinco personas que intentan buscar, dar y recibir amor sin lograrlo, «muestra en el montaje lo que resulta humanamente de esa búsqueda de afecto que muchísimas veces y, sobre todo en este tiempo, que el mundo nos está dando una lección. Y es que hoy, más que nunca, necesitamos de la compañía del otro. No una que tenga que ver con la relación de pareja, sino con las relaciones interpersonales que son tan importantes para el ser humano”.

En esta pieza son fundamentales las actuaciones y, sinceramente las de Henry Soto, Jennifer Morales y Virginia Arraiz son de primera, al lograr crear tensión en el público; mientras los jóvenes Egon Ilka y Patricia Castillo no deslucen en sus roles que mantienen la expectativa hasta el final.

Patricia Castillo acotó sobre su personaje Sofía que «se trata de una joven que vive una relación tóxica de dos personas que se aman mucho, que quieren estar juntos pero todo eso trae una serie de complicaciones, pero no dejan de amarse. Trabajamos precisamente el cómo es este apego con alguien que amas demasiado, pero sabe que la cosa no va a funcionar por varias circunstancias, pero igual quieres estar ahí”.

Egon Ilka manifestó que su rol de Manuel «y lo sostengo: el no es homosexual. Lo que pasa es que tiene un problema de identificación producto de una carencia afectiva de la infancia. Es una obra muy actual, porque en la sociedad que vivimos hay una carencia afectiva de una figura paterna, una figura materna, generando en una persona que desarrolla su personalidad a los trece, catorce, quince,16 años ese problema de no saber qué hacer. De querer amor y querer amar, pero no saber cómo, producto de esa carencia paterna, materna, como la tuvo Manuel en su infancia. Tuvo baches en esas figuras y siempre tendrá una dependencia”.

Resaltó que “Manuel se apoya en Sofía porque encuentra en ella una protección, que no tiene en Héctor, pero sin embargo, se siente más completo con Héctor que con Sofía. Eso habla de esa intermitencia en su identificación y el no saber qué hacer y cómo hacerlo. Fue un trabajo arduo, duro, pero me hizo descubrir y entender muchas cosas”.

Enigmático

Henry Soto interpreta al enigmático Héctor: «La obra trata sobre todo de la soledad. Se trata de una comedia negra que es terrible, porque terminamos de reírnos de nosotros mismos, de nuestras carencias, de nuestros sufrimientos. Eso que va creciendo contigo y de repente un día explota; e intentas comprender qué fue lo que pasó en tu vida».

«Mi personaje se abocó a cuidar a su madre y aunque no se dice en la historia, supongo yo que el padre fue un maltratador. Y quizás ella estando sola se dedicó a su hijo, se convirtió en su columna vertebral, no lo dejaba hacer nada, porque era una mujer muy estricta con un matriarcado bien marcado que lo afecta cuando es mayor. Cuando mi personaje descubre ya mayor su identidad es terrible. Se tapó, se protegía con la madre pero cuando ella fallece, queda desprotegido y al descubierto y ahí comienza a buscar quién es. En la pieza creo que no lo descubre y quizás muera sin saberlo».

«Esto que estamos viviendo con la pandemia en la actualidad, afecta a mucha gente sola, sobre todo a la adulta mayor, ya que con esta emigración en el país, sea cual se la causa, hace que los abuelos no tengan a sus nietos, que los padres no tengan a sus hijos. La gente grande se va quedando sola y es terrible. Para mis personajes siempre busco cosas que me pasan en la vida y me funcionan realmente», señaló muy sentido.

«Sin embargo la obra trata varios tópicos y me parece muy pertinente en esta época, ya que muestra la manera de afrontar o no una situación. He visto bastante gente mayor sola y es terrible. Es además una pieza muy inteligente», agregó Soto.

La producción de este trabajo corre por Emily Morillo con la asistencia de Wilner Fonseca; arte y fotografía de Kike Acuña; asesoría vocal por Domingo Balducci; Williams Blanco en prensa; y el diseño de iluminación es del mismo Jeizer Ruiz. Las entradas estarán a la venta en la taquilla del teatro.

La puesta, escenografía e iluminación son de primera y engranan para apuntalar la historia, pero realmente como dijimos, el peso dramático de este trabajo recae en las actuaciones, que logran mantener la tensión de principio a fin. Fue un reto montar esta obra, ya que ha sido premiada y representada en festivales de todo el mundo, pero este equipo cumplió muy bien. Más datos por @fundacionrajatabla

T/Eduardo Chapellín
F/Cortesía W.B.