Texas (EEUU) propone escuelas con “menos puertas” para prevenir tiroteos

Según los testigos, Dimitrios Pagourtzis abrió fuego, en una clase de arte de su escuela de secundaria de Santa Fe (Texas), al grito de: “¡Sorpresa!”. Todavía añadió en su arrebato: “Las vais a pagar”.

Cargaba una pistola y una escopeta, que su padre, admirador de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), compró legalmente.

Causó diez muertos. En la lista figura Sabika Sheikh, a la que le quedaba un mes para regresar a su casa, a Pakistán, tras cumplir un programa de intercambio del Departamento de Estado para mejorar las relaciones de Estados Unidos con el mundo musulmán.

A la hora de justificar una matanza armada en Estados Unidos, para algunos, en especial los conservadores, vale todo menos citar a las armas, su tótem.

A rebufo de esta última masacre, otra en un instituto, como hace tres meses en Parkland (Florida) sin que los políticos hayan hecho nada para evitar estas situaciones, el vicegobernador texano Dan Patrick ha provocado consternación por una de sus reflexiones. Sugirió que el problema radica en un exceso de puertas en los edificios. “De haber una sola entrada para los estudiantes, tal vez el pistolero habría sido neutralizado”, subrayó. Ni a los creativos de la NRA se les habría ocurrido excusa semejante.

Cuentan que Pagourtzis, de 17 años, ha reconocido su culpa y ha confesado su intención de perpetrar un baño de sangre, que no tuvo coraje para suicidarse y que no quiso matar a ninguno de sus amigos o conocidos para que así “pudieran explicar su historia”.

Para que recordaran que bailaba en el grupo de una iglesia ortodoxa griega, que obtenía buenas calificaciones escolares, su pasión por los videojuegos de guerra y por las armas, su carácter solitario, su estilo de vestir gabardina negra y botas militares o su paso por el equipo de fútbol americano, donde, por lo visto, los entrenadores no lo trataron demasiado bien. Hay quien sostiene que sufría acoso para justificar su acción, mientras que los investigadores, pese a exhibir en las redes emblemas nazis y su camiseta con el lema “Nacido para matar”, la que lucía en la tragedia, no detectaron alarma alguna.

Este mismo viernes hizo un post: “Día peligroso”, indicó.

Como en otras ocasiones, las autoridades conservadoras, desde el presidente Donald Trump al gobernador texano Gregg Abbott, apelaron al consuelo divino para escaquearse de la realidad. Las cifras cantan: los escolares estadounidenses –de 15 a 19 años– tienen 82 veces más probabilidades de morir por arma de fuego que sus colegas de cualquier país desarrollado. The Washington Post publicó ayer que, en este 2018, y excluyendo a los profesores, han muerto más estudiantes en sus colegios que militares prestando servicio.

Los supervivientes de Santa Fe desfilaron por los medios como recordatorio de que cualquiera, como ellos, puede ser el próximo . Paige Curry, de 17 años, ha copado el interés. Una reportera le preguntó si, buscando cobijo –estaba tres aulas más allá del grito de “¡sorpresa!”– se planteó si esa situación era irreal, que eso no podía pasar en su escuela. “No lo pensé. Está sucediendo en todas partes. Siempre he sentido que podía suceder aquí”.

Trump ya había comparecido con sus oraciones y su promesa de hacer todo lo que esté en sus manos. Como hizo en febrero después de Parkland y antes de abrazarse de nuevo a la NRA.

T/lavanguardia.com
F/AFP