Por Mónica Saiz|Toda delincuencia es contrarrevolucionaria (Opinión)

Los últimos días se han dado dos hechos de relevante importancia para la lucha revolucionaria. La baja de los criminales denominados El Picure y El Topo, así como la toma de cinco puntos que estaban controlados por el hampa en Caracas, traen alivio al pueblo y es una demostración de fortaleza del poder del Estado, frente a los grupos que atentan contra el orden interno y la paz social. La segunda fase de la OLP responde a una necesidad vital y urgente del pueblo.

Los análisis políticos revolucionarios han abundado en la relación entre las dinámicas de la delincuencia común, el paramilitarismo y la desestabilización imperialista y tal constatación justifica nuestro avance mas decido.

Sin embargo, es necesario focalizar mejor el asunto: toda delincuencia es contrarrevolucionaria y enemiga del pueblo.

Es necesario subrayarlo: aunque una banda determinada no tenga vínculos con la derecha, su accionar es funcional a la contrarrevolución:

1) Por atentar contra la vida y el fruto del trabajo del pueblo, porque reproduce los mecanismos de explotación y predominio del mas fuerte que imponen las clases dominantes;

2) Por atentar contra la organización popular, sembrando miedo y encerrando al pueblo en sus hogares, desmovilizándolo, dificultando su organización y restringiendo en general sus derechos;

3) Porque hace inviable el ejercicio de la autoridad en el territorio y debilita el poder de la Nación;

4) Porque coopta jóvenes para su sistema delincuencial, que entran en la cultura del individualismo y la violencia; muchachos que terminan muertos o deshumanizados, cuando deberían estar integrando las fuerzas transformadoras y productivas y,

5) Porque la derecha toma la inseguridad como bandera de propaganda en su ataque contra de los gobiernos populares, como punta de lanza para justificar la restauración imperialista.

La delincuencia opera como sistema, entonces, la autoridad del Gobierno y el pueblo debe ejercerse en toda la cadena de reproducción. Desde el territorio donde operan hasta las cárceles (muchas de ellas todavía funcionan mas como cuartel de operaciones del hampa que como espacios de reclusión y reinserción), pasando por sus conexiones internacionales para suministro de drogas y armas.

saiz.monica@gmail.com