Tragedia griega con sabor latinoamericano presentará la Compañía Nacional de Teatro

La dirección está a cargo de Costa Palamides

Luego de los éxitos cosechados con El pez que fuma, de Román Chalbaud, la Compañía Nacional de Teatro regresa a las tablas el próximo viernes 14 de agosto para presentar su segundo montaje desde la refundación marcada por la configuración de su elenco estable, seleccionado el año pasado. En esta ocasión se trata del estreno de la pieza Troyanas nuestras, bajo la dirección de Costa Palamides y con la partición de aproximadamente 20 actrices y actores en escena entre quienes se cuentan luminarias como Aura Rivas, Francis Rueda, Juliana Cuervos, Luis Domingo González y Ludwig Pineda.

Según el director del montaje, la Compañía Nacional de Teatro aborda por primera vez en su historia la tragedia griega con esta adaptación, realizada por el propio Palamides, que comprime cuatro obras maestras del género como lo son Hécuba y Las troyanas de Urípides; el Agamenón de Esquilo y Electra de Sófocles, conjugadas y mostradas aquí con una fuerte carga simbólica que las vincula a un contexto nuestroamericano.

VISIÓN NUESTROAMERICANA

En este sentido, la guerra de Troya, a decir de Palamides, se puede interpretar como la conquista de América y los sucesos posteriores como los elementos implícitos en la colonización: el exterminio de los pueblos originarios y la esclavitud de los desterrados africanos.

“Las troyanas fueron esclavizadas, diezmadas, sometidas, explotadas. Y Electra y Orestes, en Agamenón representan como la rebelión criolla de esos hijos que surgieron del mestizaje y emprendieron la lucha por la independencia y la soberanía”, explicó el director.

No obstante, señaló Palamides, estas representaciones no se muestran de una manera explícita sino que surgen de una interpretación que emana, en su opinión, del contenido profundo de las obras griegas seleccionadas, combinadas en esta adaptación con textos de importantes dramaturgos de nuestra región que han traspalado las obras griegas al contexto latinoamericano.

Es así como Troyanas nuestras está enriquecida con fragmentos de obras del cubano Virgilio Piñera, del ecuatoriano Peky Andino Moscoso, el chileno Marco Antonio de la Parra y el venezolano Elio Palencia, quien escribió especialmente para esta obra un monólogo de Clitemnestra en contra de la violencia de género y a favor de la igualdad de derechos para la mujer latinoamericana.

CON POESÍA

La pieza de dos horas y media de duración también está aderezada con versos de más de 10 poetas latinoamericanos, entre los que figuran el peruano César Vallejo, el chileno Pablo Neruda, el colombiano Juan Manuel Rocca, el puertorriqueño Luis Palés Matos, el cubano Cintio Vitier, el bardo indígena azteca Netzahualcóyotl y la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, entre otros escritores de la región.

La obra se vale además de la poesía del griego Constantino Kavafis y del español Federico García Lorca y echa mano de los versos creados por venezolanos como Eugenio Montejo, Ramón Palomares, Juan Calzadilla y Luis Alberto Crespo.

Por otra parte, adelantó el director, la obra adquiere un ritmo muy dinámico con la incorporación de elementos propios de las manifestaciones culturales venezolanas de raíz tradicional, como es el caso de los Diablos Danzantes de Corpus Christi, los Vasallos de La Candelaria, el Tamunangue y la Pelea de Garrote, presentes gracias a un trabajo coreográfico de Carmen Ortiz.

MUY CRIOLLA

“Troyanas nuestras es un espectáculo muy venezolano y a la vez muy latinoamericano, con base en fuentes antiguas pero incorporando nuestras tradiciones. Mantiene además una defensa de la palabra y del lenguaje. Por supuesto, la obra sigue siendo tragedia. Es un teatro extremo que esta basado en un rigor y una intensidad teatral que va más alla del drama. Estamos hablando de una catástrofe aunque es una pieza antibélica, antiviolencia, que clama por la paz”, describió Costa Palamides.

Parte de la intencionalidad de la obra, agregó el director y dramaturgo, es también hacer referencia a nuestros migrantes, desplazados y desaparecidos durante las dictaduras latinoamericanas, “toca nuestra sangre vertida, nuestra carne expuesta. Las troyanas, para nosotros, son ese símbolo de resistencia, de rebelión y de la búsqueda de la manera de salir de la catástrofe que significa la guerra”.

CON RESPETO

A pesar de tomar como base obras clásicas y de incorporar una amplia cantidad de elementos como la poesía y textos dramáticos contemporáneos, Troyanas nuestras es, en consideración del director, una obra muy potable y muy popular, realizada de manera muy visceral y terrenal, con danzas y aproximadamente 10 canciones que remiten a nuestras tradiciones.

No obstante, asegura el encargado de la adaptación, se mantiene el respeto por los nombres de los personajes, la esencia de cada historia y los textos originales, con modificaciones propias de cualquier adaptación.

Desde el punto de vista estético, la obra busca resaltar los elementos propios del teatro, con un escenario prácticamente desnudo, con telas que darán la idea de las velas de los barcos que se llevan a las troyanas, las puertas de palacios, las tinieblas por donde se llevan a Helena de Troya de regreso a Grecia.

En este orden de ideas, destacó Palamides, la fuerza narrativa de la pieza reposa en mayor medida en el trabajo físico de las actrices y los actores, quienes deben emplear una amplia cantidad de recursos expresivos.

Troyanas nuestras estará al menos un mes, con funciones de viernes a domingo a las 5:00 p m, en el Teatro Nacional de Caracas.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ José Luis Díaz
Caracas