Treinta años de la dignidad nacional

El 4 de febrero de 1992 quedó en la historia como el día cuando el pueblo venezolano volvió a encontrar su propia voz. Hace 30 años, la madrugada del 4 de febrero de 1992, el país se levantó en medio de una rebelión de militares en una intentona de devolver la soberanía y la independencia al pueblo de Venezuela. Aunque esa acción no alcanzó su objetivo práctico, despertó algo más importante: los corazones de los hijos de Bolívar, la esperanza para el futuro mejor y la vida justa para todos. En unos años esa onda se convirtió en un fenómeno casi desconocido, una revolución pacífica.

Venezuela en los años de la así llamada IV República (desde el pacto de Punto Fijo en 1958 hasta la constituyente de Hugo Chávez) fue un país de enormes recursos y potencial económico pero con las riendas de poder en las manos de un pequeño grupo elitista. Más de la mitad de la población eran pobres y (según los datos de Instituto Nacional de Estadística (INE) de ellos, el 25,5 % vivía en situación de pobreza extrema. Se trata de más de seis millones de personas que carecían de necesidades básicas. Venezuela tenía más de un millón y medio de analfabetos; tener una casa propia y en condiciones dignas era un lujo de la clase media y clase media alta de Venezuela.

Comandante Chávez por primera vez en muchos años dirigió su atención a los más humildes, se concentró sus esfuerzos en devolver la dignidad y un nivel de vida decente a los venezolanos. Según la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal), las tasas de pobreza se redujeron del 49,4% en 1999 al 23,9% en 2012. En menos de diez años se logró alfabetizar 95,2 por ciento de la población que no tenía ningún tipo de instrucción. En 2005, la Unesco declaró a Venezuela territorio libre de analfabetismo en un hito aún recordado en el mundo. Con la llegada de la Revolución Bolivariana la matrícula de la educación superior ascendió en más de dos millones de estudiantes. En el 2013, al comienzo del gobierno de Nicolás Maduro, se elevaba al 19,2 % del PIB, casi el doble que antes de la Revolución Bolivariana. Más de dos millones de viviendas han sido entregadas desde que Chávez lanzara la Gran Misión Vivienda Venezuela en el 2011, una revolución constructiva que luego fue seguida por Maduro a pesar de las adversidades económicas.

En un periodo de tiempo relativamente corto, Chávez consiguió cambiar por completo el modelo político y económico del país, giró a 180 grados la política exterior. Venezuela dio la espalda a sus «amigos», que sólo buscaban su propio beneficio en las relaciones bilaterales, y se concentró en la búsqueda de lazos nuevos basados en respeto, beneficio mutuo y amistad. Así se fundó la base para la futura unión estratégica entre Rusia y Venezuela.

Estos cambios son una revolución verdadera. Sin embargo, la singularidad de la revolución venezolana radica en su carácter pacífico. Las multitudes, cansadas de la injusticia de los gobernantes, no buscaron derrocar a un gobierno indeseado, destruyendo todo a su paso, sino que utilizaron la única herramienta de una verdadera democracia para cambiar sus vidas: las elecciones. Así en 1998, el representante elegido por el pueblo, Hugo Chávez, se convirtió en presidente.

Hoy día, a pesar de todo, Venezuela está mostrando al mundo que resolver problemas pacíficamente es su camino único. A pesar de que los así llamados «luchadores por la democracia» preparaban sus insidiosos planes: provocaciones, sanciones, imposición como jefe de Estado de un personaje sin derechos al poder que estaba vinculado con la compañía de “seguridad” de EEUU “Silvercorp” que, a su vez, intentó asesinar al presidente legítimo (pero, según ellos, no deseado), – los venezolanos, patriotas de su país, no dejaron ser desviados del camino, indicado por las verdaderas leyendas de América Latina. El pueblo de Venezuela expresó su voluntad y eligió la independencia sin sangre y sin guerra. Como dijo el Comandante Chávez en su último discurso público el 4 de octubre de 2012:

«Así como San Francisco, somos instrumento de la paz de un pueblo». La llama de la libertad encendida en los corazones por Simón Bolívar y convertida en fuego eterno por Hugo Chávez hace 30 años no se apaga con amenazas y presión. Es un faro que está guiando a los venezolanos en tiempos oscuros dando fuerza para continuar su misión de la paz.

T/ Sergey Mélik-Bagdasárov
Embajador de Rusia en Venezuela
F/ Archivo