Curly, Larry y Moe, los tres chiflados expresidentes, regresaron con sus cómicas ocurrencias, sus payasadas mediáticas y sus demenciales planes desestabilizadores.
Llegaron con las repetidas versiones en blanco y negro: “… nos trajeron los mismos ‘gags’ de siempre… golpes, porrazos, patadas, mordiscos, zancadillas y el acostumbrado guión imperial”.
Curly Piñera, Larry Pastrana y Moe Calderón, astros del cine mudo, se quedaron sin palabras en su intento de irrespetar a la Revolución Bolivariana.
Cada vez les cuesta más a este trío de decadentes comediantes, arrancarle a su audiencia la sonrisa que le devuelva a sus productores el «rating» perdido.
El «remake» no les funcionó.
Sus malos chistes todo el mundo se los sabe, los han repetido hasta el cansancio cada vez que intentan meterle el dedo en el ojo a los países que se cansaron de su película.
El malhumorado Curly armó una rabieta porque no lo dejaron entrar a Ramo Verde. Lloró, gritó y pataleó emitiendo gruñidos que fueron replicados por los medios de los cuales es dueño.
Intentó el insípido Larry abofetear la imagen de Venezuela, simulando buenos oficios y evidenciando oscuras intenciones. Olvidó que ese capítulo ya lo pasaron en el 2003, interpretado por un tal César Gaviria, un actorcito de segunda que ya su mánager abandonó.
De Moe mejor no hablar. Su país vive un luto permanente que solicita la reverencia del silencio.
A los lejos, viendo a sus locos desde la barrera, los de la Metro sacan sus cuentas y evalúan si vale la pena seguir invirtiendo en actores, decorados, maquillajes y vestuarios que, claramente, no han funcionado.
The End.