El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intensificó los ataques contra la investigación sobre la supuesta injerencia rusa en los comicios de 2016, en su esfuerzo más reciente para socavar las conclusiones.
Se anticipa que la pesquisa culminará en las próximas semanas, pero Trump apuntó cañones contra los orígenes más que a los resultados, al atacar al subsecretario de Justicia, Dan Rosenstein, por haber designado al fiscal especial Robert Mueller en mayo de 2017 para resolver la indagación.
Rosenstein nombró a Mueller después que el mandatario despidió al director de la Oficina Federal de Investigación James Comey, quien revisaba una posible colusión entre el equipo de la campaña de Trump y Rusia.
El magnate presidente indicó que el fiscal especial era el ‘mejor amigo’ de Comey; sin embargo, no hay pruebas de que los dos sean cercanos.
Además, Rosenstein no designó a Mueller para que escribiera un informe: ése es sólo el proceso normal establecido en el reglamento que rige las acciones del fiscal especial.
El presidente reiteró su afirmación de que ‘no hubo colusión. No hubo obstrucción. Todos lo saben. Es una farsa. Es una cacería de brujas’.
Adivinar cuándo entregará Mueller su informe al Departamento de Justicia se ha convertido en un habitual juego de salón en Washington, aunque el fiscal no ha dicho oficialmente que su pesquisa esté en las últimas tapas, de acuerdo con el diario The New York Times.
Las normas requieren que sea dado al secretario un informe confidencial en el cual se explique la decisión de iniciar juicios o no.
Esto puede ser una simple lista de puntos o un documento de cientos de páginas.