Turquía se levanta contra la violencia machista tras difusión en redes del asesinato de una mujer delante de hija

El asesinato machista de una mujer en una cafetería en Turquía ha conmocionado al país. Emine Bulut, de 38 años, fue apuñalada por su exmarido delante de su hija el pasado 18 de agosto en la localidad de Kirikkale, ubicada en el centro de Turquía.

Un vídeo de autoría desconocida mostraba el feminicidio de Emine Bulut por parte de su exmarido. Las imágenes, que circularon por las redes sociales el pasado viernes, han despertado una ola de indignación contra la violencia machista en Turquía.

Tras la noticia, la plataforma feminista Kadin Cinayetlerini Durduracagiz (Acabaremos con los Feminicidios) anunció la convocatoria de manifestaciones en ciudades de todo el país entre el 23 y el 30 de agosto.

«Las mujeres estamos muy indignadas por los feminicidios. El asesinato de Emine Bulut y sus últimas palabras ‘no quiero morir’ se han convertido en el grito de todas las mujeres en Turquía», ha asegurado Melek Önder, miembro de la plataforma feminista desde 2015, en declaraciones a eldiario.es.

«La semana pasada asistimos a una protesta masiva en Estambul. No sólo en Estambul, sino también en Esmirna, Konya, Yalova y Malatya», dice Melek Önder. «Cientos, miles de mujeres fuimos juntas para acabar con los feminicidios e implementar el Convenio de Estambul y la ley 6284» sobre la protección de la familia y la prevención de la violencia contra la mujer.

«El asesinato de Emine Bulut ha revelado la verdad sobre los feminicidios en nuestro país. Los feminicidios son una de las formas de violencia contra las mujeres más brutales y graves. Pero el modo en que las mujeres son asesinadas puede generar más reacciones», asegura Önder, que ha añadido que «el presidente y los líderes de los partidos políticos deberían condenar la violencia contra las mujeres».

Así, diferentes políticos del país han lamentado el caso públicamente. Entre ellos, el portavoz del gobernante Partido de Justicia y Desarrollo (AKP), Ömer Çelik, que afirmó en declaraciones a la cadena NTV que «esta brutalidad nos invita a reflexionar y a incrementar nuestra sensibilidad sobre los pasos que debemos dar en el futuro».

Por su parte, el alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, escribió en su cuenta de Twitter: «Hemos perdido a Emine Bulut por la violencia masculina. Apoyamos a las mujeres y niñas en la lucha contra la violencia y lo seguiremos haciendo».

«Las mujeres ya no permanecen en silencio contra la violencia y los asesinatos machistas, luchan», reivindican desde la plataforma Acabaremos con los Feminicidios.

El movimiento feminista y la población turca ha recordado asesinatos machistas como los de Tuba Erkol, cuyo marido ignoró la orden de alejamiento que le había impuesto un juez y apuñaló a su esposa en la ciudad turca de Konya, o el de Ozgecan Aslan, una estudiante de 20 años a la que el conductor de un minibus intentó violar y a la que acabó matando en 2015, un caso que supuso «un punto de inflexión en Turquía», señala la activista.

El caso de Emine Bulut ha sido muy mediático en Turquía dada su rápida difusión en las redes sociales. Sin embargo, desde la plataforma feminista señalan que «los medios de comunicación son demasiado débiles para detener los feminicidios y hablar sobre soluciones».

Desde la plataforma Acabaremos con los Feminicidios lamentan la «limitada» inclusión de organizaciones de mujeres como la suya en los principales medios de comunicación. Además, han criticado el debate que llevaron a cabo cinco hombres sobre el asesinato de Emine Bulut en el servicio turco de la CNN.

Bajo el punto de vista de Melek Önder, la violencia y los asesinatos machistas son el mayor problema para la igualdad de género y señala que en el pasado mes de julio 31 mujeres fueron asesinadas. «Estas mujeres han sido asesinadas por familiares cercanos, con armas de fuego y, la mayoría de ellas, en sus casas. Los hogares de las mujeres no son seguros para ellas», señala.

La secretaria general de la plataforma, Fidan Ataselim, informó a través de las redes sociales de que al menos 245 mujeres habían sido asesinadas en Turquía durante los primeros siete meses de este año.

El criterio de la plataforma Acabaremos con los Feminicidios difiere del criterio del Estado turco para registrar el número de víctimas de violencia de género. En marzo de este año, el ministerio del Interior turco informó de un total de 281 mujeres asesinadas en Turquía por violencia machista durante el año 2018, mientras que la plataforma feminista apuntó un total de 440 mujeres asesinadas en 2018.

Melek Önder aduce que ha habido casos de mujeres que perdieron sus vidas «en circunstancias sospechosas», como las de Esin Güneş y Şule Çet, que fueron, en realidad, feminicidios y que no cuentan en las estadísticas oficiales. «Por ello, es necesario recabar y examinar las pruebas y realizar investigaciones de manera efectiva para esclarecer las muertes de mujeres en circunstancias sospechosas. De lo contrario, se oculta el feminicidio y se evita que se aporten soluciones», añade la activista.

El miedo al empoderamiento de las mujeres

En la manifestación del 8 de marzo de 2019, la policía turca lanzó gases lacrimógenos a la multitud de miles de mujeres en Estambul. «El Gobierno tiene miedo del empoderamiento de las mujeres», dice Önder. «Y las mujeres vivirán libremente porque el movimiento feminista es uno de los movimientos sociales más enérgicos en Turquía», asevera.

Las feministas turcas reivindican la implementación efectiva del Convenio de Estambul y de la Ley de Protección Familiar 6284, aunque defienden que para ello hace falta «voluntad política». «Estamos seguras de que si el Gobierno turco implementa este convenio y esta ley, la violencia y los asesinatos machistas se reducirán drásticamente», apunta la activista a la vez que recuerda que 2011, el año en que se firmó el Convenio de Estambul, fue el año en que hubo menos víctimas de violencia de género.

El aumento de la respuesta social ante los feminicidios, según la activista, reside en el progreso social. «Las mujeres de todas las regiones y segmentos sociales de Turquía quieren trabajar, tener acceso a la educación, divorciarse o romper con sus parejas si no son felices, no ser obligadas a hacer cosas que no quieren y tomar sus propias decisiones sobre sus vidas», manifiesta.

«Este es un proceso histórico indispensable e irreversible. Ciertamente, las mujeres obtendrán sus derechos a través de la lucha. Sin embargo, no deben pagar ese precio. El patriarcado es la razón de la pérdida de tantas vidas», concluye la activista.

El movimiento feminista turco ha tenido destacadas victorias. En 2016, consiguió detener una propuesta de ley que permitía suspender las penas de cárcel por abuso sexual de menores si no mediaba fuerza ni amenaza y si el agresor se casaba con la víctima. «Ha habido una drástica reducción, pero todavía podemos ver algunas noticias relacionadas con este problema», afirman desde la asociación turca.

Asimismo, en 2012 Erdogan se vio obligado a retractarse de su plan para prohibir el aborto ante unas protestas masivas. Aunque el aborto es legal en Turquía desde el año 1983, Önder asegura que «hay un bloqueo sistemático al aborto en los hospitales públicos en Turquía». Según un estudio de la investigadora en estudios de género Mary Lou O’Neil, sólo el 7,8% de los hospitales públicos ofrecen la posibilidad de abortar, mientras que el 78% permite el aborto «cuando hay necesidad médica». «Muchos hospitales públicos rechazan a pacientes que quieren abortar. Muchas mujeres hacen frente a diversos obstáculos intentando ejercer este derecho», denuncia la activista.

Las mujeres turcas tienen muchos derechos, reconoce Önder, aunque critica los problemas que existen a la hora de implementarlos. Por ello, reivindica la implementación efectiva del Convenio de Estambul y de la ley 6284, denuncia los discursos misóginos y el aumento de los ataques a esta convención que «proporciona una política completa para evitar la violencia contra las mujeres, protegerlas y garantizar justicia y el empoderamiento de las mujeres en todas las áreas del Gobierno».

Violencia económica

Desde Acabaremos con los Feminicidios han aludido a las discriminaciones que afrontan las mujeres en el entorno laboral y a la necesidad de políticas para la integración femenina en el mismo. La plataforma turca apunta que no hay una discriminación directa en términos jurídicos en lo relativo a la vida laboral. «Sin embargo, no tenemos una ley para el trabajo y el salario igualitario. En la práctica, las mujeres se ven obligadas a trabajar de manera más flexible, insegura y por un sueldo menor», dice Önder. Califican esta situación de «violencia económica, que alimenta otras formas de violencia», y remiten al asesinato de Hülya İman por parte de su pareja, que la mató por su negativa a dejar de trabajar.

El economista Güven Sak citó en un artículo publicado en 2012 la inseguridad que sentían las mujeres en las calles entre las razones del desempleo de la población femenina turca. Melek Önder, por su parte, coincide en que «está aumentando la violencia física contra las mujeres y las agresiones sexuales tanto en la esfera pública como en la privada», y apunta que por ello Turquía «no es segura para las mujeres». No obstante, considera que esta no es la razón principal por la que algunas mujeres se ven relegadas al hogar, sino «la imposición» de unas condiciones sociales que van mucho más allá.

Asimismo, la activista asegura que existen diferencias en el acceso al trabajo y el modo de vida de las mujeres entre el entorno urbano y las regiones rurales. «Se puede decir que en Estambul las mujeres modernas y que han recibido una relativa formación son más libres y se valen por sus propios medios», apunta. Sin embargo, insiste en que «no sólo las mujeres de Estambul se levantan contra los asesinatos machistas, sino las mujeres de todo el país». «Todas las mujeres quieren la igualdad y sus derechos».

F/Eldiario.es
F/KADIN MECLISLERI (ASAMBLEA DE MUJERES)