Un 15 de enero, hace 100 años, fue asesinada vilmente la luchadora revolucionaria y feminista, Rosa Luxemburgo, firme opositora a la Primera Guerra Mundial por considerarla un enfrentamiento entre imperialistas y fundadora de la Liga Espartaquista, origen del Partido Comunista Alemán.
Así lo recordó este martes el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, a través de su cuenta en Twitter.
“Se cumplen 100 años del vil asesinato de Rosa Luxemburgo, una de las revolucionarias más destacadas de la historia. Mujer de ideales marxistas y defensora de los derechos feministas. Su espíritu revolucionario vive como ejemplo de lucha contra la barbarie”, escribió por la referida red social.
Se cumplen 100 años del vil asesinato de Rosa Luxemburgo, una de las revolucionarias más destacadas de la historia. Mujer de ideales marxistas y defensora de los derechos feministas. Su espíritu revolucionario vive como ejemplo de lucha contra la barbarie. pic.twitter.com/Ib8KMFdbl9
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) 15 de enero de 2019
Su lucha antibélica y sus propuestas teóricas sobre el capitalismo e imperialismo la posicionaron como una de las más destacadas revolucionarias del siglo veinte.
El 15 de enero de 1919 fue torturada y asesinada junto a otros activistas en Berlín. Sus cuerpos fueron lanzados a un canal.
Luxemburgo es considerada una de las grandes revolucionarias del siglo XX y una de las fundadoras del socialismo democrático.
Asociada con Kautsky, defendió la “ortodoxia” marxista frente al “revisionismo” de Bernstein e hizo aportaciones teóricas originales en torno al imperialismo y al derrumbe del capitalismo, que creía inevitable, como se aprecia en su obra La acumulación del capital (1913).
Junto con Karl Liebknecht encabezó las protestas de los socialistas de izquierda contra la Primera Guerra Mundial (1914-18) y contra la renuncia del SPD al internacionalismo pacifista. Como consecuencia de ello, fue detenida en 1915, pero continuó escribiendo desde la cárcel.
En libertad desde la revolución de 1918, que hizo abdicar al emperador Guillermo II, lanzó junto con Liebknecht la Revolución espartaquista de 1919 y, como él, murió en Berlín, torturada por los militares encargados de su represión.