«Un cumanés llamado Luis Peñalver» quien marcó una era en la LVBP

Se nos fue de este mundo otro de los grandes lanzadores en nuestro béisbol de antaño. Nos referimos a Luis Peñalver, con quien me unió una gran amistad que nos llevó a escribir un libro en su honor titulado Un cumanés llamado Luis Peñalver, donde relatamos, entre otras cosas, su transitar tanto en nuestra extinta pelota AA, con el equipo Intendencia Naval, como en el profesional con los conjuntos Oriente, Orientales, Navegantes del Magallanes, Leones del Caracas, Águilas del Zulia y Tigres de Aragua.

Luis Peñalver, nativo de Cumaná, llegó a Caracas cuando era un niño y se hizo púber viviendo en el barrio El Guarataro, ubicado en pleno corazón de nuestra capital. Allí, junto a varios muchachos de ese sector comenzó la práctica del béisbol, primero como campo corto y luego como lanzador.

Su carrera peloteril fue vertiginosa, ya que a los 18 años formó parte del contingente de beisbolistas que representó a Venezuela en los III Juegos Panamericanos que se montaron en Chicago, y el punto de ebullición fue cuando el domingo 6 de septiembre de 1959, con sus lanzamientos condujo a sus compañeros a una victoria ante sus homólogos de Puerto Rico, que nos daría una medalla dorada, la única conseguida hasta ahora por Venezuela en el béisbol de esta cita deportiva.

Al año siguiente Luis dio el salto a la pelota profesional con el conjunto Oriente. Hace su debut, frente a Los Leones del Caracas el 13 de octubre de 1960, pero una lesión en los dedos de su mano de lanzar le impidió seguir en play. El 28 de diciembre de ese año gana el primero de los 84 lauros que obtuvo durante su paso por el profesional. Fue una victoria una carrera por cero ante Los Licoreros del Pampero, que tenían en la loma a el “Toro” Werner Birrer, considerado uno de los mejores pitchers del momento en nuestra liga.

En Estados Unidos Peñalver jugó con diversos equipos de las ligas menores de la organización de Gigantes de San Francisco. Pudo llegar a las grandes ligas, pero una lesión en el codo derecho, ocurrida en 1964, hizo temer por su carrera. Fue operado y tardó en recuperarse más de un año. Ya no era el mismo Peñalver de antes, a quien, incluso por sus movimientos, se le comparaba con el astro dominicano Juan Marichal. La organización de San Francisco lo dejó libre, mientras Navegantes del Magallanes lo puso en venta y Leones del Caracas, por recomendación de los hermanos Pompeyo y Víctor Davalillo, contrataron sus servicios.

El Caracas

Mejor no pudo ser esa firma para ambas partes. Con esa camiseta melenuda Peñalver jugó durante 15 temporadas y triunfó en 59 de los 84 partidos de por vida que ganó en la LVBP. Se constituyó así en el tercer pitcher más ganador de encuentros, siendo el también venezolano José de La Trinidad “Carrao” Bracho con 109 victorias y el cubano Diego Seguí con 95 los únicos que superan al cumanés.

Además, fue cuarto en ponches con 748, quinto en juegos completos con 45 y, entre los nueve serpentineros con al menos mil tramos, él dejó la tercera mejor efectividad con 3.07, solo por detrás de Diego Seguí (2.76) y Roberto Muñoz (3.04). Y apenas “Carrao” (1.768.0) lanzó más entradas que el cumanés (1.516.1) en Venezuela. Ellos son dos los únicos con al menos 1.500.

También con el Caracas se acostumbró a ganar cetros. Ya había ganado un título con Industriales de Valencia (1962-1963), pero con los melenudos se coronó en seis ocasiones, incluyendo la Serie del Caribe de 1982.

Como dato curioso, Peñalver acudió a su primera final a los 20 años con Oriente, que perdió en cinco choques con los melenudos. Sin embargo, él ganó el cuarto choque al limitar a sus rivales a seis hits y par de rayitas, lanzando el juego completo.

Y lo consiguió a pesar de que dos nuevas lesiones hicieron mella en este lanzador. Una fue un pelotazo en la cabeza producto de una línea bateada por José Martínez de Llaneros de Acarigua. La pelota después de impactar a Peñalver y antes de que hiciera contacto con el piso fue tomada por el inicialista de los melenudos, el también recordado Gonzalo Márquez. La otra lesión de Peñalver fue en el hombro poco después de haber concluido la Serie del Caribe de 1978, que se jugó en México. De esos dos percances Peñalver salió triunfante y con nuevos bríos.

Prueba de ello fue que en la semana comprendida entre el 10 y el 16 de noviembre de 1979 obtuvo tres lauros, guarismos pocos vistos en el béisbol. Sus víctimas fueron Tiburones de La Guaira, Navegantes del Magallanes y Águilas del Zulia. La temporada 1982-83 con Tigres de Aragua marcó el final de Peñalver como serpentinero. Después de retirado se dedicó a la enseñanza del béisbol en diversas instituciones castrenses.

Otra buena actuación de Peñalver ocurrió cuando en noviembre de 1999, el siempre recordado presidente Hugo Chávez Frías viajó a Cuba con un contingente de peloteros retirados para realizar un encuentro con sus homólogos antillanos en el Estadio Latinoamericano de La Habana. Chávez lanzó los primeros cuatro episodios y Peñalver le sustituyó en la loma, desde luego, y a pesar de tener 58 años aún tenía en la bola. Recibió el juego con tres corredores en circulación e hizo batear a Lourdes Gourriel para doble play. En el siguiente episodio, errores de Raúl Salmerón y Antonio Armas arruinaron su labor.

Uno de los últimos homenajes recibidos por Peñalver y los héroes de 1959, se realizó el 26 de septiembre de 1999 en la sede del Comité Olímpico Venezolano, en el cual el historiador Javier González fue orador de orden. Un atención más que merecida para este gladiador del béisbol.

T/ Nelson Martínez
F/ Archivo CO