La tempestad, drama tardío escrito por el inglés William Shakespeare (1564-1616), será el motivo principal de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres, que se celebrarán entre el 27 de julio y el 12 de agosto próximos.
Con un costo de 27 millones de libras esterlinas (41,8 millones de dólares), el espectáculo privilegiará los mensajes ecologistas a través de la recreación de escenarios bucólicos, donde actuarán unos 900 niños y 10 mil voluntarios, informaron aquí medios de prensa locales.
Aun cuando la acción de La tempestad (1611) se sitúa en una ínsula desconocida, el Estadio Olímpico londinense se transformará el 27 de julio en una «campiña británica», pródiga en animales de granja y laboriosos pastores, dijo a la cadena BBC el cineasta y músico Danny Boyle, director artístico de la gala.
«Será la recuperación del campo británico», afirmó el realizador, en una comparación con el moderno «legado industrial» de su país.
De acuerdo con Boyle, el espectáculo -cuya escena inicial será titulada Green and pleasant (Verde y placentero)- ofrecerá «una imagen de nosotros como nación».
«Estoy seguro que será una celebración fantástica para darle la bienvenida a 10 mil 500 atletas de todo el mundo y enorgullecer a nuestra nación», aseguró el director de exitosos filmes como Slumdog millionaire, Trainspotting y 127 hours.
Todo comenzará con el tañido de la campana más grande de Europa (27 toneladas), cuyo metal doblará por el éxito de los juegos verdes y por la comunión universal en el espíritu olímpico preconizado por el barón Pierre de Coubertin.
Fundida en Whitechapel -el mismo taller donde se realizó en 1856 el campanario del Big Ben-, la campana invitará al redescubrimiento de la vieja Albión, tal como sugiere su inscripción: «Be not afeard, the isle is full of noises» (No tengan miedo, la isla está llena de ruidos), un parlamento de Caliban, nativo de la ignota tierra donde se desarrolla La tempestad. Durante alrededor de tres horas, la ceremonia inaugural congregará unos 80 mil espectadores en el estadio de Olímpico de Londres, apenas una fracción de los mil millones de televidentes que presenciarán en directo esta epifanía del deporte, el arte y el amor a la naturaleza.