Por Walter Ortiz|Una crisis no es la muerte

Toda revolución, y la historia ha dado muchas lecciones al respecto, ha pasado por momentos de diverso tipo, auge, desarrollo, crisis, avance, retroceso, y en muchas oportunidades han caído producto de errores fundamentales.

Dos de los errores más comunes en los cuales caemos los revolucionarios, los que creemos que un mundo éticamente superior es posible ante la barbarie del capital, es por un lado el triunfalismo excesivo: creer que no hay ningún tipo de lugar a una derrota, sea táctica o estratégica, considerar nuestra invencibilidad.

El otro error es, y tal vez sea el más grave, considerar en un momento determinado que una situación dada o provocada, que de paso podría ejercer influencia sobre el respaldo popular a la Revolución Bolivariana, debe ser despachada ligeramente, cuando es producto de la realidad presente, de lo concreto, lo material.

El rol de la dirigencia revolucionaria que aspira continuar sosteniendo la mayoría en la Asamblea Nacional (AN) debe ser aportar ideas al debate, la crítica, autocrítica y la solución a los problemas de una crisis económica que afecta al pueblo venezolano, sumando a ello la importancia vital de mantener esa mayoría en el Poder Legislativo a favor de sus propios intereses y de consolidar la estabilidad política a la cual solo ha contribuido el esfuerzo del presidente Nicolás Maduro.

Decimos crisis, porque en primer término lo es, la sienten las venezolanas y los venezolanos a través de la guerra económica, de un descenso de nuestros ingresos financieros petroleros, de errores cometidos por nosotros mismos, de una especulación atroz e injustificada en los precios de casi todo producto –a excepción de aquellos regulados y suministrados directamente por el Ejecutivo Nacional– por obra y gracia de una burguesía que se niega a aceptar que le limiten sus ganancias y que desprecia cualquier derecho para los trabajadores, como los que promulgó el comandante Hugo Chávez el 30 de abril de 2012.

En la medida en que todos asumamos esto tal cual es, podremos contribuir con mayor claridad desde nuestros espacios a su resolución. Lejos de ser una debilidad, esta crisis es una oportunidad vital en el logro del objetivo final. El socialismo no será cosa fácil edificarlo, no lo ha sido en 16 años, no lo será en el futuro.

Finalmente esta crisis es económica más no social. No existe país en toda esta Tierra donde exista inamovilidad laboral para los trabajadores, se entreguen viviendas de forma gratuita, teniendo que esto es un derecho y no una mercancía, se aumente 45% del salario mínimo a los trabajadores, pensionados y jubilados, en lo que va de año, mientras la FAO nos certifica como uno de los países ejemplo de erradicación del hambre en todo el planeta. Todo esto se ha logrado a pesar de los problemas de ingreso que tenemos, escasez, inflación, especulación y demás situaciones.

Este pueblo ha sido sabio y valiente, ha sabido aguantar con mesura toda esta guerra. Es nuestra responsabilidad histórica y ética asumir las batallas por su nombre, con sus causas y consecuencias. En Leningrado, Stalingrado y en toda Rusia el pueblo le llamó guerra a lo que era una guerra y no otra cosa; por eso, y por su decisión de luchar hasta morir, lograron demoler la maquinaria nazi.

T/ Walter Ortiz
walter1982@gmail.com