Una nota publicada en el New York Times destaca el éxito conseguido por la Ironhide Game Studio, una start-up uruguaya que se dedica al desarrollo de videojuegos, una industria extremadamente competitiva. La compañía creó Kingdom Rush, un lucrativo juego que tiene mucho éxito en los EEUU y que se trata de un reino que está bajo constante ataque de yetis y ogros.
El artículo del NY Times califica de inusual la ubicación de la empresa. Además de explicar que Uruguay es un pequeño Estado entre Argentina y Brasil, detalla que la economía del país depende de la exportación de commodities y que es conocido por su ganado bovino y sus ovejas. No es un lugar conocido por sus desarrollos tecnológicos.
Sin embargo, explica, en los últimos tiempos, la atención se posa en Uruguay por la creciente constelación de empresas que desarrollan videojuegos para computadoras y dispositivos móviles. Tal es el auge de esta industria, que el país ha logrado competir con las economías más grandes de la región.
Hay varias razones detrás del éxito charrúa en la industria: además de la creatividad de sus ingenieros y artistas comerciales, las leyes migratorias no son demasiado estrictas y el uso de ordenadores en el colegio está muy extendido. Además, es uno de los países donde se puede obtener un título en Diseño de Videojuegos.
No es sin competencia latinoamericana que la industria del videojuego uruguaya triunfa a nivel mundial. Otros países latinoamericanos están desarrollando proyectos en el área. Chile, por ejemplo, llamó recientemente la atención cuando Atakama Labs, una compañía que diseña videojuegos, fue adquirida por la japonesa DeNA.
También hay proyectos en Brasil, sobre todo en San Pablo y Río de Janeiro. Pero los desarrolladores se quejan allí de los complejas regulaciones de impuestos y las leyes laborales, que hacen que contratar empleados sea más caro que en algunos países del primer mundo.
Y mientras Argentina tradicionalmente ha tenido muchas compañías en la industria, algunas están cruzando a Uruguay, debido a que el Estado está atravesando cambios en las políticas económicas, como controles en el cambio de divisas, lo que complica las operaciones de los exportadores.