Por Marcelo Barros|Las venas siguen abiertas y sangrientas (Opinión)

Después de mas de 50 años que el escritor nuestroamericano Eduardo Galeano escribiera Las venas abiertas de América Latina, esas mismas venas siguen aun mas heridas y sangrando. Es verdad que, en la última década, en algunos países latinoamericanos, como Venezuela, Ecuador, Bolivia y, aun en medio a muchas contradicciones, Brasil, Argentina y otros países han logrado que la pobreza no aumentara. Según organismos de la ONU, el único país latinoamericano que, en los últimos años, logró reducir las desigualdades sociales fue la República Bolivariana Venezuela. Por eso está pagando un precio político muy caro.

Desde hace algunos años, gracias al liderazgo del presidente Hugo Chávez, por primera vez, el continente se unió. La Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) así como Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), ALAC (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio) y otros organismos han creado un clima de permanente diálogo e integración no solo comercial sino cultural y de solidaridad entre los diversos pueblos. El ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos) logró sustituir la propuesta del Norte para crear el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) y, actualmente, entre los países del Sur, el Mercosur (Mercado Común del Sur) aunque muy frágil, ya completa 25 años.

Está claro que el imperio estadounidense no dejaría que esas conquistas se firmaran tranquilamente. Solo en los años mas recientes el Gobierno de Estados Unidos ha financiado golpes de Estado en Honduras (2009) y en Paraguay (2012). Diversas veces han intentado hacer lo mismo en Venezuela, en Bolivia y en Ecuador. Con el pretexto de la “lucha contra las drogas” han ocupado pacíficamente el Perú. Y han logrado que los gobiernos de Perú, Colombia y otros firmaran el Tratado de Libre Comercio del Pacífico que privilegia el mercado de EEUU en nuestros países.

Desde 2015 en diversos países (Venezuela, Ecuador, Bolivia y ahora también Brasil) la lucha es para hacer caer a nuestros gobiernos. Hasta quien critica a esos gobiernos sabe que están siendo condenados no por sus errores sino por sus aciertos. En Brasil, desde los años de la dictadura militar, no se veía una onda tan fuerte de intolerancia, odio y radicalización política de la derecha, conducida por los órganos de prensa y por la élite que siente disminuir sus intereses.

Por otro lado, ese sufrimiento provocó también una nueva organización de los movimientos sociales. En las bases de las comunidades eclesiales y en los movimientos sociales, muchas y muchos cristianos entran en la resistencia revolucionaria y dan testimonio de que el proyecto divino se realiza en parte y poco a poco en nuestras luchas pacíficas por justicia, paz y comunión con la Tierra y el universo.

irmarcelobarros@uol.com.br

Sin duda estoy de acuerdo con el articulo anterior, y le sumaría otros actores que son a mi entender mas miserables los lisonjeros de ayer (Bolívar lis mensiona en la carta de Jamaicano) y los de hoy concluyó con la palabras de Benito Juatez «Malditos aquellos que con palabras defienden al pueblo y con los hechos lo traicionan venden la patria al extranjero por mendrugosbbilletes verdes»