Por Nelson Guzmán|La Venezuela neocolonial (Opinión)

El propósito de la bancada opositora en la Asamblea Nacional (AN) es hundir al país en el caos. Desde el comienzo de su mandato parlamentario la oposición anunció su intención de derrocar al Gobierno, en obediencia con sus amos de Norteamérica. La propaganda política nefasta contra el Gobierno socialista ha sido planetaria. Los medios de comunicación cotidianamente han ido preparando a los ciudadanos venezolanos haciéndoles creer que el Gobierno es una catástrofe y que lo mejor que podría hacer el presidente Nicolás Maduro es dimitir. La oposición venezolana acude a una agenda que viola la Constitución Nacional, las leyes y el buen vivir entre los ciudadanos.

La derecha venezolana una vez fallecido el comandante Hugo Chávez consideró que había llegado la hora para retomar el poder, desde ese momento se han armado distintas coartadas. La primera de ellas fue la que hicieron llamar “la Salida”. Se trataba de calentar la calle y provocar un sisma que conmoviera a la opinión nacional e internacional. Los pseudo líderes armaron su show en las vías públicas, las calles de Caracas olían a neumáticos, a pólvora, a gasolina y a muerte.

La oposición golpista contrató bandas de sicarios cuya misión era dar muerte al que se le atravesara a las manifestaciones. La Guardia Nacional Bolivariana cobró en sus filas algunos muertos. Jóvenes e inocentes guardias del pueblo fueron baleados desde las proximidades de los lugares que trataban de tranquilizar, hombres armados prepararon estos crímines desde la penumbra. Muchos jóvenes estudiantes fueron pagados para que incendiaran la ciudad y desafiaran a las fuerzas públicas. Estábamos ante el fin de la ética, se preparaba la invasión del país.

“La Salida” dejó motorizados muertos, se atravesaban guayas para que esta gente se decapitara. Se sembró la idea de que había una guerra civil. Hoy día, a tan solo dos años de aquellos sucesos, se pide amnistía para todos aquellos que no repararon en la ética y prepararon crímenes que llenaron de dolor en hogares humildes. La clase media mayamera sueña que Maduro y los chavistas sean juzgados en Estados Unidos.

La oposición desde que ganó la AN no hace otra cosa que soñar cómo desalojar al Presidente de la República, los medios no importan, lo que se debe imponer es el objetivo. El poder mediático ha hecho olvidar a muchos que está gente emulando al fascismo quemó núcleos universitarios y sedes de Simoncitos.

Los parlamentarios de la derecha piensan que los venezolanos son retardados mentales, quieren implosionar al Gobierno Nacional, ahora reclaman cestaticket para los pensionados en un momento aciago en la vida nacional por la caída de los precios del petróleo; se trata de desestabilizar la economía venezolana, cosa que se ha hecho con Rusia.

La tesis engañosa de la oposición es otorgar con urgencia los títulos de propiedad de los apartamentos y viviendas que el Estado venezolano construyó a la población excluida. Otorgar la propiedad sobre las bienhechurías para después dolarizar la compra de los terrenos. Esta solución dejará muchísima gente en la calle y en la mendicidad; sobre este tema tenemos mucha experiencia, ya una vez se impusieron los créditos mexicanos en el país.

El pueblo ha sido golpeado de todas las maneras posibles, la escasez de productos de primera necesidad es una de ellas, la otra el alto costo de la vida. La inflación se ha disparado a términos inusitados.

Estados Unidos, experto en guerras sucias en el pasado, utilizó la ofensiva química para acabar con la ganadería cubana. Hoy extrañamente en América y África, virus como el dengue, la chikungunya y el zika han tomado el control de ciertas zonas poniendo en peligro la vida de los pobladores de las barriadas más pobres. Las guerras son de diversos tipos: la que se da por la utilización de armas convencionales, las realizadas con tecnologías sofisticadas, las guerras atómicas, o la guerra bacteriológica que vivimos en la actualidad. Al Dios de Occidente nada parece importarle.

guznelson@yahoo.es
Caracas