Venezuela sigue a la espera de la beatificación de José Gregorio Hernández

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Este martes se cumplieron 32 años de la declaración del doctor José Gregorio Hernández como venerable por parte del papa Juan Pablo II. Con este reconocimiento, el destacado personaje venezolano, conocido también como “el médico de los pobres” le faltan dos escalafones para convertirse en santo ( beatificación y canonización).

Año tras año sus devotos esperan que la causa para su beatificación siga su curso para que José Gregorio pueda ser elevado a los altares, pero la misma se ha quedado estancada. Aun cuando son imnumerables las sanaciones que se le atribuyen y las oraciones que eleva su pueblo por su pronta beatificación, el proceso continúa a la espera de un milagro verificable, según han señalado representantes de su causa.

El hecho de que José Gregorio Hernández no perteneciera a ninguna congregación religiosa, la falta de recursos económicos para costear el seguimiento de la causa, falta de empeño, la utilización de su imagen en otros cultos y hasta el tema político se cuentan entre las principales razones por la cuales José Gregorio no ha logrado alcanzar el grado de beato, que lo colocaría a solo un paso de la canonización.

Mientras el pueblo sigue dando fe de los numerosos milagros concedidos por el popular médico, la santa sede no da señales sobre el avance del caso, pero sí ha elevado al rango de beatas a dos religiosas venezolanas: la madre María de San José y madre Carmen Rendiles, quien será beatificada este año.

El venerable José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el pueblo de Isnotú, del estado Trujillo, se dedicó a atender a los más necesitados y fue un hombre de mucha fe católica. Quiso ser sacerdote, y al no poder lograrlo decidió ejercer la medicina como un apostolado. Es reconocido además, por su carácter altruista, como un destacado científico, que trajo el primer microscopio a Venezuela. Fue docente, filósofo, hablaba siete idiomas. Fue el primero en alistarse ante una amenaza de invasión a Venezuela.

¡Murió un santo!, gritaban en las calles el 29 de junio de 1919 cuando el insigne médico murió al ser atropellado en la esquina de Amadores, en La Pastora, por uno de los pocos autos que existían en Caracas.

T/ Elízabeth Pérez Madriz
F/ Luis Franco
Caracas