Venezuela y Colombia transitarán de nuevo la senda de la paz, la cooperación y la buena vecindad

El domingo de 7 agosto, cuando se cumple un aniversario más de la Batalla de Boyacá, y Gustavo Petro sea juramentado como presidente de Colombia, se abre una era llena de esperanzas y de inmensas expectativas para el pueblo colombiano luego de más de un siglo de violencia y de gobiernos de derecha en manos de pocas familias.

Pero si en Colombia Petro y su llave, la vicepresidenta Francia Márquez, encarnan los sueños reivindicativos de millones de ciudadanos, en Venezuela, según ha expresado el presidente Nicolás Maduro, así como el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, se augura una etapa basada en el respeto, la cooperación, la buena vecindad entre dos países que comparten más de 2.000 kilómetros de frontera y a los que unen lazos históricos comunes desde la gesta libertaria contra el dominio español liderada por Simón Bolívar. Tanto Nicolás Maduro como Gustavo Petro dieron el primer paso de reanudación de relaciones tras el encuentro en San Cristóbal, el 28 de julio pasado, de los cancilleres, Carlos Faría, por Venezuela, y Alvaro Leyva, designado por Petro.

La toma de posesión de Gustavo Petro es esperada por Venezuela ‘‘con ansias’’, según expresó Cabello en su rueda de prensa del pasado lunes. La frase recoge una cierta carga de alivio, como si resumiera el fin de cuatro años vergonzosos y de infamia en los que el Gobierno saliente de Iván Duque, jugando el triste papel de mercenario al servicio de los Estados Unidos, intentó infructuosamente acabar con la Revolución Bolivariana y derrocar a Nicolás Maduro. Con Duque se va además uno de los últimos miembros del triste Grupo de Lima, formado por gobiernos de derecha, también enfilados contra Venezuela, y cuyos presidentes fueron cayendo uno a uno, barridos por la fuerza de los pueblos.

“Es el último lunes que le queda a Duque, ya no tiene más. Con la salida de Duque se va la delincuencia organizada de esa presidencia, el narcotráfico, el paramilitarismo, dirigido desde Nariño, no es que se acaba en Colombia, pero en la casa de Nariño sí. Se abre un nuevo espacio en Colombia para lograr la paz”, dijo Diosdado Cabello.

La toma de posesión de Gustavo Petro, el 7 de agosto, ocurre en momentos en que las fuerzas progresistas retoman el poder en América Latina y Estados Unidos se muestra debilitado e impotente ante la rebelión de su ‘‘patio trasero’’. Además, con la guerra de Occidente contra Rusia en Ucrania se ha pronosticado el fin del mundo unipolar sustituido por otro multipolar. En este sentido, la posición tradicional colombiana de cobijarse bajo potencias como Estados Unidos y organizaciones belicistas como la OTAN quizás sea reconsiderada por el Gobierno de Petro y su vicepresidenta Francia Márquez.

Petro asume en una fecha simbólica, en que se conmemora la liberación de Nueva Granada en 1819, tras el triunfo de Simón Bolívar en la Batalla de Boyacá, y la expulsión del virrey español Samano. Petro es el primer presidente de izquierda en ese país y uno de los pocos que logra acceder a la presidencia sin que una bala criminal lo haya apartado del camino. Colombia acumula un largo historial de asesinatos de líderes progresistas. Se recuerda a Jorge Eliécer Gaitán, asesinado en 1948, y que dio lugar al llamado ‘‘bogotazo’’; a Juan Carlos Galán en la década de los 80 del siglo pasado; Bernardo Jaramillo de la Unión Patriótica; Pizarro, dirigente del M-19, entre otros. Por su parte, Francia Márquez, de origen humilde, es la primera mujer vicepresidenta y la primera afrodescendiente, dos condiciones que le han granjeado enorme simpatía entre el pueblo colombiano.

Relaciones sólidas

En sus declaraciones del lunes pasado, Diosdado Cabello aplaudió la reunión entre el canciller venezolano Carlos Faría y el futuro canciller neogranadino Álvaro Leyva. Como anfitrión estuvo Freddy Bernal, gobernador del estado Táchira.

‘‘Esa reunión de casi tres horas manda un mensaje a los pueblos venezolano, colombiano y al mundo entero. Si antes había esperanza o proyección de mejorar las relaciones, ahora se asientan sobre bases sólidas, metas comunes, propuestas para arrancar de manera inmediata cuando Petro asuma funciones’’, expuso Cabello.

Cabello también alertó sobre planes dirigidos a torpedear los primeros 100 días de gobierno para que sean un infierno. Responsabilizó a la gestión saliente de Iván Duque, porque se queda con el poder en muchas instituciones. Prometió que el chavismo en Venezuela abogará por la paz en Colombia pese a los cuatro años de ataques de Duque, dominado por el odio y cumpliendo instrucciones de Estados Unidos.

‘‘Esperamos con ansias los actos del 7 de agosto en Colombia y a partir de allí mejorar las relaciones’’, agregó Cabello.

En la declaración conjunta leída por Álvaro Leyva tras la reunión del pasado 28 de julio se dice textualmente:

‘‘El Ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela, Carlos Faría Tortosa, conjuntamente con el Ministro designado de Relaciones Exteriores y Paz de la República de Colombia, Álvaro Leyva Durán, reunidos en la ciudad de San Cristóbal, estado Táchira, Venezuela, inspirados en la gesta heroica del Libertador Simón Bolívar, han reafirmado los lazos históricos de hermandad, complementariedad y cooperación que unen a nuestros pueblos”.

En esta ocasión, los cancilleres:

Expresaron su voluntad de avanzar en una agenda de trabajo para la normalización gradual de las relaciones binacionales a partir del próximo 7 de agosto con el nombramiento de embajadores y demás funcionarios diplomáticos y consulares.

Ratificaron su disposición para consolidar los lazos de amistad y cooperación con la revisión de todos los temas de interés binacional en beneficio de la felicidad de nuestros Pueblos.

Reafirman su voluntad de hacer esfuerzos conjuntos para garantizar la seguridad y la paz en la frontera de nuestros países.

Agradecen la presencia del Representante Adjunto del Secretario General de la misión de verificación de Naciones Unidas en Colombia en esta primera e histórica reunión, Sr. Raúl Rosende.

Respaldan el diálogo en favor de la construcción de caminos de paz, respeto y entendimiento mutuo, con pleno reconocimiento a nuestras capacidades complementarias.

Este encuentro entre ambos cancilleres fue celebrado con bombos y platillos por el propio Nicolás Maduro, quien lo anunció el mismo día, durante los actos de festejo de los 68 años del presidente Hugo Chávez.

Para Venezuela, si las relaciones se enrumban por buen camino, significaría el fin de casi dos décadas de conspiraciones fraguadas en Colombia, azuzadas por el imperialismo gringo que instaló siete bases militares con el pretexto de combatir el narcotráfico, cuando en el fondo se utilizan para asediar a Venezuela.

Desde el arranque del Gobierno de Hugo Chávez, los gobiernos instalados en la Casa de Nariño se dedicaron a conspirar contra la Revolución Bolivariana. Todavía se recuerda los 150 paramilitares colombianos, capturados en la finca Daktary, enviados a asesinar al presidente Chávez. En la Embajada de Colombia se refugió Pedro Carmona Estanga luego del golpe de Estado de 2002. En Colombia se planificaron homicidios contra dirigentes venezolanos como el del joven Robert Serra. Otro hecho repudiable ocurrió durante la gestión de Juan Manuel Santos, quien en una acción miserable ordenó confiscar un lote de alimentos dirigidos a los CLAP que venía a Venezuela desde un puerto colombiano.

Álvaro Uribe Vélez dijo al final de su mandato que le faltó tiempo para invadir a Venezuela, a lo que Chávez le respondió que lo que le faltaron fueron cojones. Con el Gobierno de Iván Duque se cometieron las mayores infamias y agresiones, todas con el apoyo del Gobierno estadounidense: sabotajes a los servicios públicos, ataque a nuestra moneda, entrenamiento de terroristas en suelo colombiano y contratación de mercenarios venezolanos.

Duque, unido a un grupo de países incondicionales de Estados Unidos, reconoció al autoproclamado presidente Juan Guaidó y entregó la empresa venezolana de fertilizantes Monómeros a una camarilla corrupta de la derecha política criolla, afín a los partidos Un Nuevo Tiempo, Voluntad Popular y Primero Justicia; además, se planificó invadir a Venezuela con el pretexto de la ayuda humanitaria y la farsa del concierto de Cúcuta. Adicionalmente se intentó matar al presidente Nicolás Maduro, a su gabinete ministerial y al alto mando militar durante el ataque con drones en la avenida Bolívar, en el acto de conmemoración de la fundación de la Guardia Nacional Bolivariana. También está la Operación Gedeón, organizada en Colombia con el propósito de capturar o liquidar a Nicolás Maduro, acción que fracasó estrepitosamente al ser abatidos algunos de sus miembros, mientras que otros fueron capturados por el pueblo en las playas de Chuao y en zonas aledañas a Caraballeda.

Entre los últimos disparates alocados ordenados en Colombia se encuentran el uso de delincuentes para sembrar caos y terror en Caracas, con trincheras y armamentos de alto calibre montados en cerros de Caracas, en las zonas de El Cementerio y la Cota 905. Igualmente están los Tancol, grupos terroristas paramilitares vinculados al narcotráfico, denunciados por el presidente Maduro, quien ordenó a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana combatirlos hasta expulsarlos totalmente de suelo venezolano.

La Fuerza Armada Nacional Bolivariana, desde que se inició la operación Escudo Bolivariano para expulsar a los Tancol, ha dado a conocer frecuentes partes con resultados de la guerra contra los Tancol: se han inutilizado 456 pistas clandestinas en los estados Zulia y Falcón, se han inutilizado 22 aeronaves usadas para el tráfico de estupefacientes; se han inutilizado, solo en el estado Apure, cinco estructuras irregulares, de las cuales 23 son laboratorios para el procesamiento de droga; además se desactivaron 1.900 trampas explosivas. En otras instalaciones se incautaron más de seis toneladas y media de cocaína, 10.500 detonadores no eléctricos, 4.500 detonadores de fósforo blanco, 1.250 kilos de pólvora negra, 500 metros de mecha lenta, abundante metralla, armas cortas y largas, cartuchos de diferentes calibre, morteros.

Se involucró demasiado

En todo estos años de agresiones de los gobiernos colombianos contra Venezuela, recrudecidas e intensificadas en los últimos cuatro años del Gobierno de Iván Duque, se resalta sin embargo la inteligencia, la sabiduría de Nicolás Maduro, quien con paciencia y mano de hierro ha sabido enfrentar las adversidades y apostar a la paz como único camino posible entre dos pueblos hermanos. El tiempo le dio la razón.

Incluso, en la propia Colombia voceros y dirigentes conservadores comienzan a reconocer el tremendo error cometido en las esferas de poder, políticas y militares al embarcarse en planes conspirativos destinados a defenestrar a la Revolución Bolivariana.

En una entrevista con la agencia EFE, rebotada por varios medios colombianos, el excanciller Julio Londoño Paredes consideró necesario el restablecimiento de relaciones diplomáticas, mientras reconoce que su país se involucró demasiado en los asuntos venezolanos.

Londoño, se afirma en el texto, es uno de los mayores conocedores de la relación con Venezuela, pues fue ministro de Relaciones Exteriores durante los cuatro años de la Presidencia de Virgilio Barco (1986-1990), cuando en 1987 le tocó afrontar una de las peores crisis con ese país que por poco acaba en una guerra.

«Creo que (el actual Gobierno) se involucró demasiado y no solamente se involucró demasiado sino que en un momento determinado los Estados Unidos consideraron que Colombia era un país que estaba totalmente listo para actuar de la forma como ellos estaban pensando con respecto al régimen venezolano. Creo que ahí, objetivamente, hubo un error del Gobierno», afirma en una entrevista con EFE.

La relación bilateral comenzó a deteriorarse en agosto de 2015, durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, cuando el presidente Nicolás Maduro expulsó a miles de colombianos que vivían en Venezuela y cerró por primera vez la frontera en medio de las discusiones sobre la legitimidad de su administración.

‘‘Posteriormente’’, indica la nota, ‘‘el 23 de febrero de 2019, Maduro rompió relaciones diplomáticas cuando el líder opositor Juan Guaidó, apoyado por el presidente colombiano, Iván Duque, que buscaba sacar a Maduro del poder, intentó ingresar a su país desde Cúcuta al frente de una caravana humanitaria’’.

T/ Manuel Abrizo
F/ Archivo CO