El psicólogo valenciano cree que encontró un lenguaje literario propio|Víctor Mosqueda aborda las patologías como “motor narrativo”

La obra recibió el VIII Premio del Concurso Nacional de Narrativa Salvador Garmendia

Víctor Mosqueda es un joven escritor y psicólogo valenciano, reconocido con el VIII Premio del Concurso Nacional de Narrativa Salvador Garmendia, por su primer libro Manual de Patologías, que presentó el 12 de octubre en la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (Filuc), en la ciudad de Valencia.

El proyecto literario de este autor apuesta por los recursos metaficcionales con un afán lúdico y con una lógica que se pasea desde la inocencia hasta el sarcasmo. En su primera publicación aborda las patologías como “motor narrativo”.

– ¿Cómo nace el Manual de patologías? ¿Cuándo se dio cuenta de que tenía un corpus de textos relacionados entre sí?

Manual de patologías empezó a gestarse poco menos de cinco años atrás, cuando estrenaba mi blog con algunos cuentos aislados. Al principio no estaba intentando escribir sobre algún tema concreto, ni con algún lineamiento estético. Fue cuando culminé un cuento llamado “Álbum de patologías”, que noté que algunas de las historias que había escrito compartían una esencia. Así que empecé a explorar ese tópico y esos recursos de forma más consciente.

De modo que fueron surgiendo cuentos con una intención más clara y noté que, aún hablando de lo mismo, pertenecían a categorías diferentes. De allí surgió la idea de separarlos en cuatro grupos, que forman las cuatro partes del libro: Patologías de la vocación, de la imaginación, del lenguaje y de la soledad. Luego de dos años de escritura, dejé de hacerlo para empezar la tarea de seleccionar, botar y corregir. Para mi fortuna, el resultado fue un libro con el que me siento bastante a gusto.

– La patología es el hilo que une a todos los textos del libro ¿Por qué la patología y cómo la concibes dentro de tu proyecto literario?

-La patología, y especialmente la psicopatología, es uno de los grandes motores de la ficción. Antes de empezar a estudiar psicología, ya sentía una gran atracción por los perfiles psicológicos enfermizos en la literatura. Quizás por ello al iniciar la carrera pensaba, con mucha ingenuidad, que la psicología me permitiría crear personajes más complejos y más reales. Si hubiera escrito el libro aquellos días, me hubiese esforzado por hacer un retrato fidedigno de las psicopatologías tratadas en cada historia. Pero el tiempo pasó y mi concepción de la enfermedad mental evolucionó. Si bien en un inicio estos temas eran vacas sagradas para mí, con el pasar de los años aprendí a verlos desde una perspectiva más lúdica.

“Estoy convencido de que mi abordaje lúdico y simbólico de la enfermedad mental también la dignifica, aunque no sea, esto último, un objetivo a alcanzar, sino más bien un daño colateral. Con Manual de patologías quise rendir mi homenaje personal a la enfermedad, en tanto motor narrativo y motor vital. E intenté hacerlo sin que pareciera que realmente estaba hablando de psicopatologías”, comentó el escritor.

– ¿Es una patología escribir? ¿Puede ser la literatura una patología?

-Hay una frase de Montaigne que me ha acompañado desde mis primeros intentos de hacer escritura: “Escribir no lleva a la miseria, nace de la miseria”. Si extrapoláramos esto a la patología, tendríamos que aceptar que escribir no te llevará a la patología, si antes de hacerlo no tenías ese germen rondando en ti. Creo que es posible escribir desde la patología. Pero también creo que es posible escribir desde la cordura, la felicidad, porque también creo que escribir cura. Lo que nació de la miseria y la enfermedad puede evolucionar hacia otros espacios más agradables. En Manual de patologías hay varios cuentos donde intento emular ese escribir desde la patología, donde el autor no logra esconderse con eficiencia detrás de los artilugios de sus palabras, y el lector puede leer su locura entre líneas.

– El libro está caracterizado por el uso de los recursos metaficcionales ¿qué posibilidades le ofrecen estos como escritor?

-Creo que sus alcances son infinitos. Yo les descubro nuevas utilidades y nuevas máscaras casi a diario. En Manual de patologías me sirvieron, entre otras cosas, para mostrarme en un juego similar al de los espejos de ferias, donde puedo deformarme, achicarme, agrandarme, engordarme y matarme de mengua, a veces hasta de forma simultánea. Creo que la metaficción le otorga honestidad a la literatura, no solo porque habla más frontalmente con su público y lo involucra, sino porque se delata autorreferencial, egocéntrica, como en realidad es. No existe una obra que no hable de sí misma, de su creador, de su contexto, por más trampas que hagamos para ocultarlo. Aunque puede que en realidad solo esté hablando de mí y mis proyecciones.

– ¿Crees que ha encontrado un lenguaje propio?

-Debo decir que sí porque es lo honesto, pero no necesariamente lo más preciso. Porque no estoy seguro de tener un estilo o lenguaje propio, pero sí tal vez una visión de cómo concibo a la literatura y cómo quiero trabajar la mía desde ahora y hasta el fin de mis días.

Según Mosqueda, “esa visión pasa por un filtro de búsqueda continua. Pues para mí la literatura es el acto de buscar, de rebuscar en las palabras nuevas fórmulas o códigos para volver a gustarte a ti mismo, para volver a sorprenderte con una historia. De la misma forma que el juguete favorito de un niño no es desplazado por otro cuando la pila se agota, mi visión no se desplaza cuando agoto un estilo. Algunos de ellos regresan de tanto en tanto, pero otros se van para no volver y lo que sobrevive es la visión. Para mí la literatura es un juguete, la búsqueda es meta y no camino, porque es una búsqueda consciente, guiada por una visión global.

– Este libro ¿nace de otro libro o puede germinar otros nuevos?

-Como dije, la literatura es autorreferencial. Y se puede agregar que también es intertextual. La intertextualidad es la declaración de que la literatura toda es un gran palimpsesto. Por ello yo he configurado Manual de patologías para que sea una suerte de libro pulpo. Tras los dos años de escritura, hubo un período de selección donde noté que algunos cuentos de proyectos inconclusos de libros calzaban en el imaginario de este. Digamos que había estado escribiendo el libro desde mucho antes de empezar a hacerlo o que su escritura se sirvió de una intertextualidad interna con mi anterior trabajo.

“Me pareció más que justo incluir una selección pequeña de estos cuentos extranjeros, con la esperanza de que en el futuro, cuando culminara y publicara esos otros libros, hubiera tentáculos intertextuales entre todos ellos y mi primer libro, como una metáfora del funcionamiento de la literatura en su totalidad y un guiño a mí mismo”, puntualizó el escritor.

T/ Diana Moncada
F/ Cortesía