Por Fernando Travieso|Vientos privatizadores (Opinión)

Un tema fundamental durante la década de los años 90 fue la propuesta de la derecha venezolana de privatizar Pdvsa, para lo que venían trabajando, haciendo ver que la empresa no era rentable mientras la meritocracia elevaba los costos de producción para justificar la medida.

La “meritocracia” estaba conformada por los antiguos gerentes de las transnacionales y el objetivo era claro: tomar control de la compañía con más reservas de petróleo en el mundo.

Ello que les permitiría solucionar a las compañías foráneas por un largo tiempo su tasa de reemplazo negativa: producen y venden más petróleo del que descubren, siendo sus reservas el elemento básico para determinar el valor de una empresa petrolera.

El hecho de que al emitir juicios de valor sobre nuestra industria petrolera se deje sin mencionar el elemento fundamental: las reservas, nos permite inferir que la tentativa de privatizar nuestra industria sigue en pie, como lo demuestra el “Acuerdo para la Transición” de la oposición, de manera abierta.

La campaña privatizadora es mundial, utilizando el lobby petrolero internacional al capital financiero mediante diferentes fondos de inversión para la toma de control de las compañías estatales que caen en sus manos.

Los ataques contra Petrobras y la incipiente decisión por ahora en algunos países del Golfo Pérsico de cambiar paulatinamente los mecanismos que aseguran el control estatal sobre la actividad son parte de la arremetida privatizadora.

La Constitución de 1999 obliga al manejo por parte del Estado de la totalidad de las acciones de Petróleos de Venezuela, convirtiendo a la Revolución Bolivariana en un referente mundial, como fue en gran parte del siglo XX, con las excepciones de los años 90 con la apertura petrolera y la entrega de Juan Vicente Gómez a las petroleras extranjeras.

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