En el Complejo Militar-Industrial que el profesor Ernesto Wong califica de Complejo Industrial-Financiero-Comunicacional, sin lugar a dudas, una de sus aristas más importante es la de las empresas de comunicación que al mejor estilo orwelliano producen la información de acuerdo con los intereses que beneficien al capital y al statu quo del orden mundial que más que un “gobierno mundial, es una gran alianza empresarial”.
En medio de mi asombro en torno al alcance de esas grandes agencias de comunicación, es interesante analizar ciertos vínculos, como los que hay entre los periodistas autores del artículo de The Wall Street Journal sobre una investigación en materia de narcotráfico donde acusan al primer vicepresidente del PSUV y presidente de la Asamblea Nacional, diputado Diosdado Cabello, de estar inmerso en lo que ha sido la justificación por excelencia de muchas de sus políticas de implante imperialista, como es el tema del tráfico de drogas, en especial desde que el Comandante eterno expulsó a la DEA del territorio venezolano; y algunos personajes de las agencias de información, en especial la agencia Reuters Thompson, de origen británico, adquirido por una empresa canadiense, vinculada al Foro Económico Mundial que se reúne en Davos a inicio de cada año, a establecer el devenir económico anual.
En esos vínculos encontré que los dos autores del artículo –José de Córdoba y Juan Forero– han vivido y estudiado en Estados Unidos desde hace mucho tiempo. Uno de origen cubano anticastrista y el otro colombiano, vinculados a figuras del Departamento de Estado, con formación en universidades como Marshall University en Virginia, de donde paradójicamente salió precisamente el presidente y jefe ejecutivo de Reuters Thompson, James C. Smith, quien a su vez forma parte de la Junta de Directores de la empresa farmacéutica Pfizer que, a través del uso de la propiedad intelectual, tiene gran control dentro de ese Complejo Industrial que domina al mundo.
Esa es la gente que construye historias para intentar destruir las amenazas al imperialismo y poder mantener el statu quo de las grandes universidades y “tanques de pensamiento”, que luego legitiman políticas que permiten a los verdaderos narcotraficantes y empresarios, destruir economías, legitimar capitales y mantener la hegemonía del patrón dólar, como leones vestidos de corderos.