Vivir y ya

A Desalambrar


Por: Ana Cristina Bracho

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Uno de los problemas de nuestra vida, en estos tiempos de redes sociales y noticias falsas, es nuestra poca capacidad de ver la vida en planos mas completos. Ubicarnos como sujetos de un tiempo, con épocas de vacas gordas y otras de vacas flacas, pero sobretodo como sujetos. Es decir, personas, protagonistas, actores, seres capaces de razonar y de cambiar las situaciones que vivimos.

Nos sentamos en un mundo donde la vida es en sí misma un proceso de consumo, rápido, diseñado por otros que debemos proyectar en infinitos clics: clic de alegría para Instagram, clic de erudición para Twitter, clic de afecto para Facebook… Clic.

Mientras lo hacemos parece que al mundo no le queda mucho tiempo. Esto ya no es tan solo una advertencia de los mayas o una promesa para recaudar dinero para la Iglesia. Es un hecho del que hablan los científicos, los economistas, los ecologistas y que se cuela de los periódicos llenos de enfrentamientos de Donald Trump con cualquier otro ser vivo.

Pero al mundo tampoco debió quedarle tanto el día que bombardearon Hiroshima, la tarde roja sobre Nagasaki o cuando el indio Tiuna se enteró del asesinato del cacique Guaicaipuro. Por eso, aunque este sea el tiempo que a nosotros nos ha tocado vivir no es sino otra hoja del drama que la humanidad viene haciendo, que Venezuela viene siendo.

Cuando uno revisa un poco la historia y se encuentra con Don Mario Briceño Iragorry denunciando la invasión de productos prefabricados que arruinaron el campo o con dramaturgo José Ignacio Cabrujas que cuanta sus penurias como usuario de la empresa La Electricidad de Caracas y observa cómo Venezuela siempre ha sido un país de “mientras tanto” puede entender que por buenos años que hayan pasado nunca nadie ha vivido, no toda su vida, en unas condiciones idóneas para que el país sea próspero, la vida valga la pena o sea el momento perfecto para tener hijos.

Lo que no quita que estos tiempos hayan sido particularmente complejos y que este no prometa ser mas simple, es un año de elecciones presidenciales, de Asamblea Nacional Constituyente (ANC), de emergencia económica, de diálogo en República Dominicana y en el que la contrarrevolución ya demuestra que viene con lo mismo: crímenes económicos, sicariato político y bufonería parlamentaria.

¿Entonces qué hacemos? ¿Cómo vivimos? ¿Cómo superamos los imposibles? El reto de este tiempo será no dejarnos deshumanizar, no permitir que otros nos diga que estamos en standby y que nuestras vidas se han de detener. El tiempo que perdamos para soñar, para abrazar, para sembrar, para atrevernos a hacer lo que antes no hicimos, no regresará.

Por estos valles de lamento han pasado todos los países que han querido otro destino. Sobre esto podemos hablar con los cubanos o los vietnamitas. Todas las veces cuando la guerra es por esto o por otra cosa, han quedado seres como nosotros, simples trabajadores, escritores u obreros presos de las contradicciones de su tiempo pero como para nosotros, para ellos, el tiempo no se detuvo y pasó la noche y se calentó el día.

@anicrisbracho
Caracas