Voz, cuerpo, alma y corazón entregó Sonya Yoncheva en el Teatro Teresa Carreño

El pasado sábado 6 de abril, con un sistema acústico refaccionado, el escenario de la magnífica Sala Rios Reyna del Teatro Teresa Carreño, en Caracas, fue la locación ideal para una velada que, nos atrevemos a vaticinar, será recordada como un hito dentro de la historia de los espectáculos en Venezuela, especialmente en el ámbito de la música académica: el debut en nuestro país de la multipremiada soprano búlgara Sonya Yoncheva, acompañada por la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, dirigida por el esposo de la cantante, el venezolano Domingo García Hindoyan, titular de la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra.

Como si se tratara de una estrella pop, momentos antes del concierto, en los alrededores del Teatro Teresa Carreño colapsó el tráfico por el volumen de gente que llenó en su totalidad el aforo de la Ríos Reyna. Dentro del público se podían reconocer personalidades afines al canto lírico y conocedores de la música académica. Probablemente alguno la habría escuchado a Yoncheva antes, en algún escenario internacional. Sin embargo lo que ahí se vivió fue, sin temor a equivocarnos y más allá de los lugares comunes y las frases hechas,  una experiencia única e irrepetible, marcada por la entrega de la búlgara que, sin importar las complicaciones impuestas por el vistoso traje rojo reservado para la segunda mitad del recital, no solo se arrodilló y besó las tablas del escenario bautizado en homenaje al violinista, compositor y gestor cultural, Pedro Antonio Ríos Reyna, sino que además invitó al director a hacer lo mismo.

Días antes, durante la bienvenida del Sistema de Orquestas a la invitada internacional, la búlgara comentó que, tanto o más que la técnica, en el canto lírico es fundamental cantar, desde adentro, desde el alma. Y con su actuación refrendó su prédica. Porque Sonya Yoncheva, esa noche del 6 de abril, cantó con el corazón, con el alma y con cada poro de su ser, en una entrega que le permitió conectar con el público de una manera excepcional.

Desde nuestra perspectiva, nos atrevemos a sostener que Sonya Yoncheva es de las figuras necesarias para mantener la vigencia y el vigor del canto lírico. De su técnica es poco lo que se pueda juzgar, al menos desde estas líneas. Basta mencionar que, en 2010, se convirtió en la primera mujer en ganar el concurso Operalia o referir la apreciación de la crítica especializada en los más prestigiosos escenarios operísticos del mundo. Lo que hace diferente a la búlgara es la calidad interpretativa, el dominio de la escena y la calidez que irradia desde las tablas, cualidades que permiten construir un puente sólido entre el público y el arte, sin importar cuán cercano o afín sea el público con el canto lírico.

En este orden de ideas, Sonya Yoncheva es una artista que cuadra a la perfección con la política de masificación de la música académica. Su carisma se desborda en el escenario. A esto se suma el compromiso social, lo que se evidencia con su nombramiento, en 2021 como embajadora de Buena Voluntad de UNICEF en su país natal donde es considerada una defensora de los derechos del niño

Todo esto se conjuga además con su manera de concebir el canto lírico en el contexto actual y con su conciencia de hacer del arte un vehículo que pueda llegar con facilidad a la audiencia y potenciar, en el caso de la ópera esos mensajes transversales a la humanidad de cualquier espacio y tiempo, vinculados a las emociones, las  relaciones, las expectativas y promesas.

De acuerdo a lo que la artista comentó durante su recorrido de bienvenida en las instalaciones del sistema de orquestas venezolano, en esa conexión que logra establecer con la audiencia juega un papel muy importante su rol de madre y esposa, elementos que funcionan como una especie de cable a tierra.

“Me encanta estar con mi familia, mi esposo y mis niños. Manejo todo eso con mucha naturalidad. Quiere decir que, por ejemplo, hoy puedo cantar, usar una ropa bellísima y saludar a la gente y cinco minutos después estoy cocinando una pasta para mis hijos. Es muy natural y me ayuda a no perder conexión con la tierra”, reveló Sonya Toncheva en el encuentro con los medios de comunicación social.

Pero durante su presentación en el Teresa Carreño Yoncheva no solamente entregó, también recibió, no solamente aplausos, hurras, bravos, besos y gritos de admiración. además recibió la oportunidad de cumplir un sueño en el plano profesional, interpretar, por primera vez en su carrera el aria “Dich teure halle”, de la ópera Tannhäuser de Richard Wagner, conocida también como el “aria del salón”, una composición que, de acuerdo al portal operainside, formalmente se encuentra en el camino intermedio entre la Gran Ópera y el drama musical.

El repertorio se completó con el aria “Pace mío Dío”, de Verdi y el aria “Canción de la luna” de la ópera Rusalka del checo Antonín Dvořák. En la segunda mitad, el programa incluyó obras de Puccini, autor que la búlgara conoce “con su alma” y justamente, las cató con el alma. El público respondió de tal manera que la artista ofreció tres bises, entre los que se contó una zarzuela.

Además de agradecer abiertamente y en un claro español su agradecimiento con el público, Sonya Yoncheva manifestó su emoción por estar, por primera vez en la tierra “de su amor”, Domingo García Hindoyan, que de no ser por el magnetismo escénico de Yoncheva, acapararía todos los elogios por su manera de conducir a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, en este espectáculo que, estamos seguros, se mantendrá por mucho tiempo en la memoria colectiva dentro del ámbito de la música académica en nuestro país.

T/CO Luis Jesús González Cova
F/Cortesía Prensa El Sistema