Voz de Venezuela: Un llamado a reformar la ONU y restaurar su propósito

En el contexto de la 78.ª Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), el ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores de Venezuela, Yván Gil, alza su voz para manifestar la urgente necesidad de reformar el sistema de la ONU, en pro de un mundo multipolar y pluricéntrico.

De acuerdo con el Canciller Gil, la organización ha perdido gran parte de su poder para abordar los problemas que aquejan al mundo actual, y es esencial que se vuelva «más sólida, más poderosa y capaz de hacer cumplir sus principios fundacionales».

El llamado de Gil va más allá de una simple crítica; es una demanda de acción concreta en la cual se han embarcado otras naciones que forman parte de la ONU. Venezuela sostiene además que la construcción de un nuevo orden mundial debe estar acompañada de una nueva arquitectura financiera.

En ese contexto, Gil argumenta que el dólar estadounidense, moneda principal en las transacciones globales, ha sido utilizado como un instrumento de castigo contra países y sus poblaciones, y esto debe cambiar.

La paz, el gran desafío

La visión de Venezuela es la de un mundo multipolar y pluricéntrico, donde la ONU juegue un papel central en la promoción de la paz, la resolución de conflictos y la protección de los derechos humanos.

Gil subraya que la paz es el primer desafío al que se enfrenta la ONU, dado el riesgo actual de conflictos globales y el uso de armas nucleares, químicas y biológicas.

Venezuela, víctima de sanciones criminales, busca el apoyo de la ONU para corregir esta situación y detener cualquier intento de hegemonía.

En tal sentido, Venezuela está comprometida en transmitir un mensaje de esperanza y llama a refundar un sistema de Naciones Unidas más fuerte y eficaz.

La visión de Venezuela se suma a un coro global de voces que buscan una ONU revitalizada y mejor preparada para enfrentar los retos del siglo XXI. Esta llamada a la acción refuerza la importancia de la diplomacia multilateral y la cooperación internacional en un mundo cada vez más interconectado y desafiante.

Una nueva arquitectura financiera global

Venezuela y otros países en desarrollo también están liderando el llamado a una nueva arquitectura financiera global que promueva la equidad y la justicia en el ámbito económico.

Por su parte, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, ha expresado firmemente la necesidad de reformar el sistema financiero internacional para superar las políticas que han profundizado la desigualdad en el mundo.

Maduro sostiene que este nuevo orden financiero debe poner fin al uso del dólar estadounidense como una herramienta de castigo contra naciones y sus ciudadanos.

En la misma línea, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, se une a esta causa al denunciar el peso abrumador de la deuda sobre los países en desarrollo y criticar desde la ONU al Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros acreedores internacionales por las condiciones desfavorables en la renegociación de deudas.

Fernández describió recientemente como «vergonzoso» que el FMI imponga sobrecargos a países que ya luchan bajo la carga de la deuda externa y señala que el órgano financiero no debería aumentar sus intereses cada vez que la Reserva Federal de Estados Unidos lo haga.

La visión compartida entre Venezuela y Argentina es la de una nueva arquitectura financiera global que promueva la justicia económica y ponga fin a las prácticas que perpetúan la desigualdad en el mundo.

Ambas naciones abogan por un sistema financiero que sea más equitativo y que permita un desarrollo sostenible en todas las naciones, asegurando que el Siglo XXI sea testigo de un mundo más justo y equitativo para todos.

Esta llamada a la acción refleja la creciente demanda global de un cambio fundamental en la forma en que operan las finanzas internacionales.

Caja de resonancia

En su intervención en la 78.ª Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce, destacó la gravedad de las medidas coercitivas y represalias económicas aplicadas por potencias hegemónicas sobre otras naciones, que afectan directamente el desarrollo y los derechos humanos fundamentales de los pueblos.

Para Arce, estas acciones son un ejemplo palpable de la disfuncionalidad del sistema internacional, que se aleja de los principios del derecho internacional y el multilateralismo.

En su llamado por una nueva arquitectura financiera global, el presidente boliviano pone de manifiesto la necesidad urgente de reformar el sistema actual, donde las sanciones económicas son utilizadas como herramientas de presión política en detrimento de la justicia y la equidad en las relaciones económicas internacionales.

Su perspectiva respalda la demanda de un mundo más justo y solidario, donde las naciones puedan prosperar sin ser sometidas a sanciones económicas que afecten su desarrollo y bienestar.

A su turno el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, denunció que el bloqueo es una guerra económica extraterritorial, cruel y silenciosa que se acompaña de una poderosa maquinaria política de desestabilización contra su país.

“El pueblo cubano resiste y vence creativamente frente a esa guerra económica despiadada, que desde 2019, en plena pandemia, escaló de modo oportunista a una dimensión aún más extrema, dijo el jefe de Estado durante el Debate General de las Naciones Unidas.

Llamado unificado

En conclusión, la 78.ª Asamblea General de las Naciones Unidas se ha convertido en un escenario fundamental donde diversas naciones, encabezadas por Venezuela, han alzado su voz en un llamado unificado para reformar tanto el sistema de la ONU como la arquitectura financiera global. Este llamado no es una mera crítica, sino una demanda urgente de acción concreta en busca de un mundo más justo y equitativo.

Las palabras del Ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores de Venezuela, Yván Gil, reflejan una creciente preocupación compartida en la comunidad internacional: la necesidad de revitalizar y fortalecer las instituciones multilaterales para hacer frente a los desafíos globales.

Además, la convergencia de voces de líderes de países como Argentina, Bolivia y Cuba resalta la importancia de abordar las prácticas económicas injustas y las sanciones coercitivas que han afectado a naciones en desarrollo.

En este escenario, la 78.ª Asamblea General se convierte en un punto de partida para un diálogo global sobre la construcción de un mundo más equitativo y solidario, donde la paz y la justicia sean los pilares de una arquitectura global renovada.

T/José M. Carrasquel