Willian José Martínez: «Por una carretilla me inicié en la talla»

Los espacios abiertos del Museo de Bellas Artes fueron tomados por los artistas de la artesanÌa en sus diferentes facetas, donde el arte e ingenio logran cautivar a los asistentes. Muestran artrÛpodos, gallos, lutier, tallistas, textiles. Foto: Henry JosÈ Delgado/ Archivo Fotogr·fico/ G⁄N

“El cliente es el jurado al final, pero las tallas en Venezuela siempre tendrán a quien les guste y, por eso no morirán porque siempre es llamativo si las sabes hacer bien”, consideró el artesano de talla Willian José Martínez en conversación con el Correo del Orinoco.

De 58 años y oriundo de Cúpira, municipio Pedro Gual del estado Miranda, tiene una trayectoria artística de 53 años, toda su vida desde los seis años se los ha dedicado a la talla en madera como medio de expresión artística.

“Mi abuelo siendo muchacho era carpintero, músico, artesano, una artista, chamán ¡jajaá! Es algo genético, porque en sí no estudié para esto. Tengo el talento innato”, reconoció este hombre de hablar pausado, graduado en artes visuales en Unearte (Universidad Nacional Experimental de las Artes).

«Me inicié en las tardes, ya que no tenía nada que hacer y mi papá quería que no estuviera ocioso. En lenguaje coloquial, ‘sáquele punta al lápiz y acomódese que también en la tarde va para el conuco. Tiene que amolar el machete’. Pero a la larga le saqué la punta al lápiz», recordó el artista.

Sin embargo, aclaró que gracias al conuco se inició en las artes de la talla en madera: «Cuando iba a nuestra parcela, mi papá (Jesús Zambrano) me decía ‘corte el garabato’, refiriéndose al monte y árboles como el cautaro. Ahí fueron mis comienzos en la talla sobre madera».

Como chamo de doce años, el transporte era cargarse la producción en un saco en el hombro, hasta que un día observó una rueda para carretilla de metal en la basura: «La agarré y reciclé la pieza para que me sirviera para tener un medio de transporte. El cautaro fue la madera que tallé para elaborarla para la carretilla, siendo mi primera talla. Fue mi primera y fue para trabajar».

De adolescente fue también limpiabotas y monaguillo entre otros oficios que le sirvieron de sustento. En ese entonces agarró una tripa de caucho para gandolas. «La convertí en tiras sobre la madera, otra vez cautaro, para hacerme mi cama ortopédica. Sin embargo, esa cama fue de tres pisos, ya que la hice también para mis hermanos menores y también tuvieron su colchones ortopédicos de tripa de caucho», rememoró.

Maestro

En la actualidad, Martínez da clases en la Escuela Bolivariana Bartolomé Blandín de su ciudad, donde enseña desde hace más de quince años. Su fortaleza para producir está en su amada Cúpira, donde aparte de crear, enseña artesanía, pintura y elaboración de instrumentos musicales. “De diez alumnos, siempre hay muchos que se encauzan por la creación”, celebró.

Considera al arte como una profesión. Como ejemplo se cita él mismo: “Cuántas vueltas di, pero siempre estoy en la cultura en varias facetas”.

Se inició con una madera que en mi pueblo se llama cautaro. “Es una semilla que se utiliza para pegar. La ventaja que tiene es que poco la ataca la polilla, que perjudica a la larga las piezas que confecciones”, apuntó el maestro.

Luego pasó a una madera que se llama balza: “Con esta me inicié en la confección de aves. Está también el cedro, que bien tratado no es víctima de la polilla”.

Aclaró, sin embargo, que cualquier madera la curte con gasolina para evitar ese ataque. Son varios baños mezclándolo con petróleo crudo, siempre antes de pintar. Luego de pasar por este proceso, le quita lo grasoso antes de pintar la talla.

El tema que siempre ha sido una constante en su carrera son las aves de Venezuela. “No me gustaban los rostros, pero hice una promesa a José Gregorio Hernández y empecé a realizarlas de él y de otros personajes. Han pasado ya veinte años”, precisó.

También el hombre es luthier, pero especializado en las maracas, que “aparte de hacerlas, las ejecuta también: “He tocado en grupos de gaitas y he acompañado a joroperos. En mi pueblo hay un grupo que lo acompaño siempre”.

Sin embargo, aclaró que las maracas “no son muy rentable hacerlas, sino las aves de Venezuela, al igual que los bustos de personajes, sobre todo los históricos”.

T/ Eduardo Chapellín
F/ Luis Franco