Están en revisión los hechos en pemón y yekuana|Ya se imprimieron miles de textos en wayuunaiki de la Colección Bicentenario

Manuel Larreal y Esteban Emilio Mosonyi

No es un texto en castellano con algunas palabras en wayuunaiki, sino un libro en wayuunaiki en el que se registran escasas palabras en castellano. Arepa es areepakalü, estampilla es tampiiya y la gasolina es kosoliina. El libro de la Colección Bicentenario en idioma wayúu forma parte de la estrategia para preservar y fortalecer este pueblo, acorde con los postulados de la Constitución Bolivariana.

“En la nación venezolana hay una diversidad que se reconoce bajo el principio de la venezolanidad” y “nosotros tenemos que respetar a los indígenas y darles su educación en su propia lengua”, así como facilitar que ellas y ellos tengan también acceso a las otras culturas, remarca la viceministra de Programas de Desarrollo Académico del Ministerio del Poder Popular para la Educación, la historiadora Maigualida del Valle Pinto.

Venezuela tiene -según estimaciones del antropólogo y docente Esteban Emilio Mosonyi, una autoridad en la materia- 43 pueblos indígenas, que podrían ser más (50) si se afinan las investigaciones. En este año escolar 2013-2014 cuatro de ellos tendrán sus libros de la Colección Bicentenario.

Pinto puntualiza que ya están en la calle los textos en wayuunaiki, y se trabajan los de los pueblos pemón y yekuana (se hallan en revisión para salir a la calle). Los materiales también se entregarán a las y los docentes.

Los libros en wayuunaiki -en los que participaron siete colectivos- se hicieron para toda la primaria: cuatro por estudiante por grado. Es decir, son 24 volúmenes. En idioma pemón -producto del esfuerzo de seis colectivos- será igual. “Nosotros tenemos que garantizar la equidad en todo, y ¿qué mayor justicia social que poder decir en un salón que se abra la página 44 y que ningún niño responda que no tiene el texto, porque todos lo tienen?”, manifiesta Pinto.

La próxima semana los pueblos warao y jivi acudirán al Ministerio del Poder Popular para la Educación para comenzar el proceso de elaboración de los textos.

RUPTURA CON EL PASADO

Mosonyi recuerda que anteriormente -hace unos 50 años- las misiones religiosas difundieron materiales bilingües a los pueblos originarios “para evangelizar más rápido”, completamente sesgados a favor de los “valores occidentales”. Por ende, “la gramática era casi inexistente; era casi una caricatura de la lengua” recogida en folletos de 10 a 12 páginas, describe.

En los años 80 y 90 del siglo XX “hicimos algunos textos” pero “la mayoría se almacenaron, se pudrieron por ahí, no se utilizaron”. El antropólogo se refiere a cuando comenzó la educación intercultural bilingüe: “Los textos eran aceptables, pero no se distribuyeron”. Se apostaba por la renuncia de la identidad de los pueblos indígenas, por la llamada criollización. “Lamentablemente como secuela de esto tenemos restos de vergüenza étnica, que impiden que los padres se comuniquen en sus idiomas con los niños”.

En el presente uno de los mayores retos fue luchar contra el temor a los habituales engaños contra la población originaria, admite Pinto. “Cuando vieron que están sus libros y que están sus nombres, que lo que ellos dijeron está allí” se sembró la confianza para nuevas tareas.

Otra dificultad la representaron “los términos nuevos”, porque eso “requería una creación desde el wayuunaiki”, explica Manuel Larreal, coordinador de traducción y contextualización para idiomas indígenas. Se logró exitosamente “porque participaron las ancianas, los ancianos y todo un colectivo”. El pueblo estuvo dispuesto a trabajar la incorporación de palabras, reconoce la viceministra. Los libros “tienen la línea intercultural: nosotros aprendemos de ellos, y ellos aprenden de nosotros”.

Para Mosonyi, si se logra la distribución y la textualización de los textos -cosa que Pinto garantiza- “su efecto será grandioso”. Solo en wayuunaiki son más de 240 mil ejemplares los que se están entregando, apunta la viceministra.

Esta experiencia “es única en América Latina”, en cuanto a la distribución masiva y gratuita, comenta Larreal con orgullo. También ayudará “al fortalecimiento del idioma, la cultura y la educación propia”.

PUEBLOS EN RESISTENCIAS

Constitucionalmente la educación intercultural bilingüe debería funcionar para todos los pueblos indígenas, pero en términos reales se desarrolla en las comunidades más grandes, puntualiza Pinto. Esto hay que verlo en el proceso de resistencia de cada pueblo, subraya Larreal.

En algunas comunidades hay un solo docente, que se asesora con las ancianas y los ancianos. Es la educación wayúu una de las más fuertes, seguida de la yekuana, la jivi y la piaroa, enumera.

De los añú “hay pocos hablantes”, aunque “ellos se han organizado”, participan en talleres y otras actividades, puntualiza Mosonyi. “Ya no es una lengua perdida, aunque hay que hacer muchísimo”. Pinto propone hay un esfuerzo mayor para que el pueblo añú tenga sus textos escolares.

Las ancianas y los ancianos son los reservorios de los idiomas originarios, y por eso ellas y ellos fueron fundamentales para realizar los textos de la Colección Bicentenario. “La fuente de protección de esa propia lengua está en el anciano y los niños”, analiza Pinto.

El antropólogo sostiene que la mayoría de los pueblos indígenas se encuentran en una buena situación en materia lingüística -lo que él denomina como “perfectamente viable”- pero hay un 20% “con el que se debe hacer un refuerzo significativo”. Del pueblo chaima, por ejemplo, “no hay hablantes nativos”, aun cuando se han rescatado textos para reconstruir palabras y frases.

Mosonyi insiste en que no se trata de “un indianismo a ultranza”, sino de que las propias comunidades han tomado conciencia del valor de su patrimonio cultural y luchan por él.

CON LA SABIDURÍA DE ABUELAS Y ABUELOS

La metodología para elaborar los textos en wayuunaiki consistió en trabajar con las ancianas y los ancianos, que se reunieron en colectivo. De ese conocimiento, debatido en asambleas, surgieron las páginas que estarán en manos de niñas, niños y adolescentes del pueblo wayúu. Con estas acciones “estamos preservando un idioma para el mundo”, reivindica Maigualida Pinto.

T/ Vanessa Davies
F/ Héctor Lozano