La semana que antecede culmina con medidas necesarias, así como un elevado respaldo a la postura dada por el presidente Nicolás Maduro sobre el tema del diferendo con Guyana, expuesto ante la Asamblea Nacional (AN) el pasado 6 de julio. De igual manera mostró el zigzagueo opositor (en casi todos sus sectores) en cuanto a posiciones de toda índole, yendo desde la molestia por la aplicación de la ley, hasta el doble rasero cuando esta se aplica a ciertas personas.
En primer término, sus medios de comunicación decidieron tomar la postura de echar las bases del rechazo a la implementación de la Operación Liberación del Pueblo (OLP), anunciado el pasado 13 de julio por el Presidente de la República, para garantizar la paz y la seguridad de las venezolanas y los venezolanos, algo por cierto que encabezaba, junto a la economía, todos los estudios de opinión.
Sin guardarse nada, la jauría tomó el camino de buscar atajos a un plan que cuenta con el apoyo de la población, que exige su continuidad y que rechazaría su conversión en asunto del momento, una coyuntura más. Que pide una política sostenida en el tiempo y con resultados palpables, siempre con el obligatorio respeto por el debido proceso y los derechos humanos.
En segundo lugar, asumen la queja cuando son sancionados con inhabilitación por parte de la Contraloría General de la República. Estos ciudadanos creen que las leyes y procedimientos no son para ellos, pero sí para todo el mundo, incluso al colmo de desafiar al pueblo y al Estado (con el discurso y la acción) con pretensiones de impunidad. Tales posturas, complementan las críticas, propias de la Edad Media de nuestro mundo, realizadas a la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de ampliar los derechos políticos de la mujer.
Finalmente, después de posiciones apátridas adelantadas y reflexiones sensatas sobre el ridículo monumental de no apoyar la posición del Gobierno Nacional, la zigzagueante oposición decidió apoyar, no sin las acostumbradas y absurdas reservas, la posición del presidente Maduro sobre el tema del Esequibo; hasta el punto de contar con uno de sus miembros en la Comisión Presidencial creada por el Jefe del Estado para atender este asunto, hecho que por cierto hay que saludar por el carácter nacional de este tema.