Uruguay

Uruguay conmemoró la 30° Marcha del Silencio por los desaparecidos en la Dictadura

Miles de uruguayos reafirmaron su compromiso con la lucha por los derechos humanos una vez más. Lo hicieron de a pie, a lo largo de varias cuadras, sin cantos ni voces amplificadas, con un respeto tan solemne como sentido por las víctimas del Terrorismo de Estado que invita a revisitar el pasado. Porque las heridas abiertas no cicatrizan. La dictadura no es un vago recuerdo. Sus consecuencias siguen hasta la actualidad.

En esa espina dorsal de esta capital que es la avenida 18 de Julio, se realizó la 30° Marcha del Silencio. Un hecho que ya es un ritual cargado de capital simbólico. Que se replicó también en distintas ciudades del interior. Incluso en países tan distantes entre sí como Japón y Ecuador. Bajo la consigna: “30 veces Nunca Más: sepan cumplir. ¿Dónde están?”.

Dolor silencioso

La columna que partió desde la Universidad de la República, en el cruce entre Juan Jackson y Avenida Rivera caminó a paso lento por la 18 hasta Plaza Libertad. A su frente iban familiares con pancartas de los desaparecidos. Los registros uruguayos indican que son 197, muchos de ellos secuestrados en la Argentina. Una cara y un nombre en cada cartel señalaban el dolor silencioso de sus familiares. Como el que portaba la prima de José Luis Urtasun, detenido-desaparecido en Buenos Aires el 13 de agosto de 1978.

Al frente de la marcha iba Jair Krischke, el presidente del Movimiento de Derechos Humanos de Brasil, militante infatigable que salvó vidas de uruguayos al otro lado de la frontera durante la dictadura de 1973 a 1985. La cabeza de la columna fue seguida por detrás por una nutrida cantidad de personas. Otras tantas la acompañaban de cerca, desde las veredas, donde un silencio envolvente solo era interrumpido por algunas voces aisladas de los militantes que despejaban el camino para que no se interpusieran fotógrafos y camarógrafos delante de la movilización y un pequeño móvil que iba filmando su desarrollo.

En la esquina de Magallanes y 18 de Julio, sobre la Plaza de los Bomberos, se habían reunido referentes del Movimiento de Participación Popular (MPP), hoy en el gobierno del Frente Amplio. El secretario de la Presidencia Alejandro Pacha Sánchez, la ministra de Defensa Sandra Lazo y el diputado nacional Gabriel Otero, víctima de la dictadura. Cuando niño, vivió detenido en un cuartel junto a su madre Melba, militante política al igual que su padre, Evaristo Manuel.

Educación en memoria

“Se debe trabajar desde muchos ángulos toda esta temática. La educación en memoria es fundamental. Hace treinta años que venimos a esta marcha, acá y en el interior del país. He estado en Treinta y Tres, en Rocha, en varios lugares del país y en general vengo con mis hijos, en alguna oportunidad con mi nieta. O sea, cada vez se suma más gente y concita voluntades en la necesidad de avanzar en la búsqueda de la verdad. Y hasta que esto no suceda no habrá una verdadera reconciliación”, le dijo a Página/12 la ministra Lazo.

Son tiempos de retroceso en el mundo para las políticas de memoria, verdad y justicia. En la Argentina lo sabemos de sobra. El gobierno de Javier Milei cultiva el negacionismo. En Brasil sigue vigente la Ley de Amnistía de 1979 con la cual los militares se garantizaron impunidad por sus crímenes en los años 60 y 70. En Uruguay las causas avanzaron lento, se perdió un referéndum para abolir la Ley de Caducidad, pero la Marcha del Silencio interpela cada año sobre las derivaciones de un pasado no cerrado.

Otero dice que el camino transitado hasta ahora “es consecuencia de esa cuestión de lucha y resistencia de este pueblo que reclama dónde están los 197 desaparecidos. Reclama verdad. Reclama justicia. Y tenemos la esperanza de que este gobierno, que el presidente Yamandú (Orsi) y la ministra de Defensa puedan tener éxito en encontrar la verdad que muchos queremos todavía. Esta es una marcha sostenida por los jóvenes. Hoy me tocó vivirla con mis sobrinos nietos de 22 y 19 años y andan por ahí. Ellos me preguntaron: ‘Tío, ¿Cómo fue la primera marcha?’ Están sensibilizados con el tema y por esta movilización que es un ícono de resistencia”.

Uruguay no olvida a sus víctimas del Terrorismo de Estado pero hay bolsones de negacionismo que perduran, sobre todo en las redes sociales. Militares condenados que reciclan el olvido y desafían al gobierno. Voces críticas que sostienen aún hoy, en el siglo XXI, que “no hubo una dictadura, torturas, ni desapariciones”. Que atribuyen a los militares una condición beatífica por haber salvado al país del comunismo internacional. Una construcción de subjetividad que a girones, incluso se prolongó en los primeros gobiernos constitucionales de Julio María Sanguinetti y Luis Lacalle Herrera.

La trigésima Marcha del Silencio extrañó esta vez a dos grandes uruguayos que no pudieron estar presentes porque se fueron de este mundo con cuatro días de diferencia: El expresidente José Pepe Mujica y María Belela Herrera, la activista de Derechos Humanos, profesora y política uruguaya, que llegó a ser vicecanciller del Uruguay entre 2005 y 2008. Este martes 20 de mayo también, ese hombre que cosechó recordatorios elogiosos por su trayectoria de lucha, sabiduría popular y coherencia, además hubiera cumplido 90 años.

F/Pagina12

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