En los barrios de San Félix, cuando jugábamos una caimanera (así se llama el juego de béisbol en la cancha improvisada en algún terreno baldío) era muy utilizada la expresión “¡como sea!” para referirnos al compromiso deportivo y decíamos… ¡les vamos a ganar como sea! Ello significaba que estábamos en la obligación de ganar, a pesar de alguna dolencia o malestar que se tuviera (gripe, una molestia en la pierna, etc.), lo malo del terreno de juego, la lluvia o que alguno del equipo contrario fuera más fuerte. En fin, no había excusa.
La lucha por el socialismo, cuando es auténtica, es dura, implacable. El enemigo no da tregua, no tiene escrúpulos, acude al chantaje, al crimen, a la mentira. La mayoría de las veces, el enemigo que combatimos, tiene de su lado al sentido común, que es la propia sociabilidad burguesa como parte de la cotidianidad de la vida.
Decía una consigna de un partido político desaparecido: “El socialismo se conquista peleando”, y no puede ser de otra manera.
El capital y sus personificaciones se asumen necesarios para el funcionamiento social y así lo legitimamos al considerar que existe una burguesía nacional, patriótica. El cómo sea implica, incluso, combatir la corrupción y demás desviaciones pequeño burguesas en el seno del chavismo, del Gobierno y del propio pueblo, porque constituyen fuerzas que van en una dirección opuesta a los principios del socialismo.
¡Como sea, las fuerzas orientadas hacia el socialismo continuarán con su hegemonía en la Asamblea Nacional (AN)! ¡Como sea seguiremos combatiendo el imperio del mal, encarnado en el Gobierno estadounidense y sus aliados internacionales! Como sea el capitalismo ha dominado al mundo y ¡como sea hay que expulsarlo y que sea el socialismo el que lo reemplace!