“No hay gloria en la guerra. Sólo hay sufrimiento” lloriquea Chuck Hagel secretario de Defensa estadounidense. El Jefe del Pentágono en Washington moja con saliva demagógica la iniciativa del presidente Obama para lanzar ataques con misiles contra Siria. Invoca las encuestas en las que los “estadounidenses” se oponen mayoritariamente al ataque y el hecho de que el Congreso no autoriza la propuesta. ¿Les importa realmente lo que el pueblo piensa y quiere? Dice ese señor que se trata de un “mensaje muy claro” que muestra el hartazgo del pueblo respecto del uso y abuso de la fuerza militar. “Creo que este Congreso es probablemente más cauteloso. No necesitamos más guerras, no más Oriente Medio” enfatizó Hagel.
Vieja manera de maquillar las derrotas del un imperio enloquecido de soberbia y arrogancia. Vieja manía de mentirle al mundo en nombre de lo que “el pueblo quiere” y en nombre de un sentimiento filantrópico ensayado para las cámaras y los micrófonos. Vieja aberración de mercachifles que esconden, tras su torrente de lágrimas falsas, la industria militar yaqui y los negociados que mueven la principal actividad económica planetaria.
Hemos aprendido a no tragarnos sus lamentos ni sus amenazas veladas. No aceptaremos del imperio sus baratijas mediáticas fabricadas para hacernos creer que no les gusta invadir a los pueblos o que saquean las riquezas de otros “obligados por las circunstancias”. No vamos a creer, jamás, en sus lágrimas hipócritas mientras vemos que el exterminio, el asesinato y la humillación de millones de seres humanos es, convertido por ellos, en un gran negocio. Saquen a sus mercenarios de Siria (o en cualquier parte) y dejen de lloriquear en horario “prime time”.