El imperio no contraataca, pues hace escasos 10 años una afrenta contra cualquier país del sur hubiera pasado desapercibida. Ningún medio de comunicación ni organismo internacional siquiera hubiera dedicado un párrafo o discusión a la falta de respeto contra un individuo o pueblo alguno de este hemisferio del mundo, como ocurrió contra el mandatario boliviano Evo Morales en Europa.
Las cosas han cambiado. A la respuesta tajante y definitiva de la Unasur, se unió el viernes pasado la del Mercosur.
Uno de los mercados más importantes a escala planetaria pidió explicaciones y defendió la dignidad, no solamente del presidente Evo Morales, sino del Estado plurinacional de Bolivia.
Y, aunque usted no lo crea, la Organización de Estados Americanos (OEA), también condenó la ofensa. No es poca cosa. Queda claro entonces que quien se mete con uno en el sur se mete con todos. Por supuesto, Estados Unidos y Canadá siendo norte apostaron al norte europeo con ínfulas coloniales.
Por cierto, todo coincide con la llegada inédita de Venezuela a la presidencia pro témpore de Mercosur, que, aunque a los medios de comunicación privados no les interesó, es una respuesta como pocas a la hegemonía imperial.
No cabe duda que el sur, a pesar de los reiterados ataques de ciertos gobiernos del norte, comienza a hablar con voz propia, aunque haya una triste excepción.
Todo vimos, ya sin asombro, que el gobierno paraguayo que llegó al poder después del golpe de Estado parlamentario, se opuso a la adhesión de Venezuela al Mercosur como miembro pleno, primero; declaró al entonces canciller Maduro persona non grata, después; y más recientemente calificó de ilegal la acreditación de nuestro país como presidente del organismo internacional.
Es más lamentable aún que el mismísimo Henrique Capriles Radonski salga a defender al gobierno espurio paraguayo y sus infames declaraciones contra Venezuela.
Si acaso nos faltaba una prueba para saber que la oposición venezolana es capaz de apoyar gobiernos ilegítimos con tal de atacar a su propio país, ya la tenemos. Resulta que ahora la derecha se da el tupé de poner en cuestión un logro histórico para la nación como éste que acabamos de ver en Mercosur.
Lo cierto es que a pesar de las palabras opositoras, así quedó demostrado en elecciones democráticas, la mayoría de los venezolanos prefiere a Venezuela en la presidencia del Mercosur y no a un Capriles como presidente de la República o de una junta de condominio.