La Odisea muestra la capacidad de fabulación del ser humano. Los fines del engaño no son nobles y difícil perdonar sus móviles aun entre los héroes de la antigua Grecia. Claro solo pretendían embaucar.
Según Esquilo, Clitemnestra anuncia en la intimidad a Agamenón que la acaba de preparar su baño. Ya en la placidez de la tina, ella y su amante Egisto, se abalanzaron sobre él y lo asesinan con un hacha.
Otro mentiroso, Ulises, se largó de su casa por 20 años, dizque a buscar la gloria. Muy raro, su esposa Penélope: no tenía celos. No, él tenía «muchas mañas» y seguro volvería. Él no se molestaba por ella, pues siempre estaría tejiendo. Eran felices: él andaba en sus bretes y ella hacía lo propio con su intimidad. Quién era el engañado. Poco importa. Ellos eran felices.
Igual pasa con la gente de MUD, prometen tumbar al Gobierno y su gente le cree. No pasa nada durante un año. Nadie delata el engaño ellos y sus seguidores siguen felices y culpan al diálogo por limitar su peripecia de lograr su ansiada meta: Miraflores.
Ella, buscando la gloria y su postulación presidencial hace viajes. Hoy, no está en campaña en Estambul o Berlín o París. Prefiere a Roma, y allí, cual el ilusionista Harry Houdini, se encadena y hace “vigilias” en la zona mas turística de la ciudad, mientras hace política. Él, cual, Penélope la espera en su Ramo Verde, e igual hace política. Pasa el tiempo no pasa nada, pero son felices y engañan.
Ellos vocingleramente ofenden, denigran a los señores que mas se preocupan y mas responsabilidad demuestran en hacer avanzar el diálogo. En su engaño denigran hasta al papa Francisco y acusan de no darle celeridad a la Mesa de Diálogo. Lo presionan con amenazas. Finalmente lo acusan de “madurista”.
Como fanáticos engañan a sus votantes. Creen que por la furia y odio con que emiten sus mensajes se aumenta su poder en la Mesa de Diálogo. Falsean, hacen creer que a la brava pueden lograr todo lo que les da la gana: arbitrariamente exigen soltar gente enjuiciada, o exculpar a sus banqueros prófugos. Engañan fijando fechas y creando falsas expectativas con el revocatorio. Engañan, mas, no acontece nada. Así engañadores y engañados glorifican su opereta.
Cierra la zarzuela, Urbi et orbi, el pueblo mira a un alto dignatario de la corte del Vaticano, con otro engaño: una carta marcada bajo la manga. Él como Ulises oye cantos de sirena. ¿Quién engañó a quién?