Si el homenaje armado que rindieron al expran “El Conejo” nos interroga como Estado y Gobierno, la multitud que acompañó su cortejo fúnebre nos interpela como sociedad.
Aquí todo se diluye porque todo queda cuestionado: la familia, la escuela, la Iglesia y, en el mundo de hoy, los medios.
La Carta Magna establece quien tiene el monopolio de las armas y la violencia –el Estado-, pero también pauta la corresponsabilidad de personas e instituciones.
Las campanas doblan por todos.