María Teresa Oropeza es agricultora y ha recibido apoyo|“Lo primero que necesitamos es que siga nuestro banco”

María Teresa Oropeza Torres es agricultora de la parroquia El Junko, estado Vargas. Supo del Banco de Desarrollo de la Mujer porque una promotora, Yoniray Herrera, se acercó a ella para explicarle que había una institución nueva, creada para apoyar a las mujeres.

Oropeza, que -como ella misma cuenta- ha estado dedicada a la agricultura (con la siembra de vegetales), asegura que antes de la existencia de la institución “las mujeres del campo éramos como una gran ave encerrada en una enorme jaula, sin posibilidades de volar, porque era imposible para nosotras ir a un banco cualquiera” a pedir crédito sin que sus esposos lo avalaran. “Antes de que llegara el Banco de la Mujer nosotros éramos completamente dependientes, económicamente, de nuestras parejas”, diagnostica.

En el año 2001 el banco les entregó un crédito de 500 bolívares a tres mujeres -incluida Oropeza- organizadas en el grupo Sembrando por mi Patria. Con ese dinero compró abono, semillas y herramientas. Cuenta que su primera cosecha fue de remolacha, zanahoria y cebollín.

“Me dieron cuatro años para pagar, pero lo pagué en año y medio”, resalta esta mujer que solo tiene palabras de gracia para la institución que la ha apoyado con siete créditos. “Me he portado bien, he pagado mi crédito; me he empoderado económicamente, políticamente, en todos los aspectos. Soy una mujer completamente libre, independiente y feliz. Y protagonista del proceso revolucionario, por supuesto”, predica.

Esta mujer de 42 años, madre de tres hijos y abuela de cuatro nietos, no ha dejado de sembrar. Ahora tiene arvejas y caraotas negras “porque no voy a pagar mil bolívares por un kilo de caraotas teniendo tierras”.

Organizada con otras mujeres en una red, Oropeza pudo elaborar el proyecto para contar con un transporte, vehículo que finalmente le fue entregado -en noviembre pasado- por el Consejo Federal de Gobierno. Ahora “nosotras vendemos nuestros productos, toda la red de usuarias, con ese camión, a las jornadas de Consejos Comunales en el estado Vargas”. Poseen, además, el parador turístico Argelia Laya, ubicado en el kilómetro 23 de la carretera El Junquito-Colonia Tovar.

“Yo creo que escribiría mil poemas del Banco de Desarrollo de la Mujer, porque es grandioso. Mucha gente lo verá como ‘no, ese es un edificio que está ahí, con un grupo de personas que trabajan ahí y ya’. Pero no: es su gente, esa gente que te motiva y te dice ‘hermana, aquí estoy yo, sí eres capaz de hacerlo. Organízate, participa’”, expresa.

El último crédito lo recibió en octubre de 2014, y con esos fondos adquirió dos camiones de abono y semillas de zanahoria. Cuando se le pregunta qué necesita, no duda en responder: “Lo primero que necesitamos es que siga nuestro banco”. Está convencida de que mujeres como ella “si no tenemos el Banco de la Mujer no tendremos acceso a ningún crédito”, y por eso le pide al Presidente: “Con todo el amor del mundo, palabras de una mujer campesina, yo le diría: ‘óiganos Nicolás Maduro; mantenga nuestro banco, déjenos nuestro banco’ que es nuestro, que es una lucha de muchísimas mujeres”.

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T/ Vanessa Davies
F/ Héctor Lozano