El pitiyanquismo criollo e internacional está deprimido. La razón: Estados Unidos, su paraíso, ya no es el mundo feliz que ellos presentaban como modelo; al contrario, ahora se ha transformado en un infierno a punto de cerrar sus puertas.
No es para menos la desmoralización de la antipatria. Primero, en el campo de la diplomacia, el presidente Barack Obama acaba de recibir una soberana derrota, por parte de Rusia y China, a sus demandas de invasión y destrucción del pueblo sirio. Nuestros guerreristas locales, quienes ligaban a la ocupación militar, se han quedado mudos. Ya no tocan para nada el tema.
Y, para mayor pena, su ícono paradisíaco enfrenta otra crisis, esta vez de carácter presupuestario, que tiene enfrentados a demócratas y republicanos. “Pelea de perros”, diría Mao Tse Tung, o Zedong, como ustedes prefieran.
Es la verdadera cara del capitalismo, no la idílica que sueña la derecha, sumergida ahora en una crisis por el aumento del límite del endeudamiento del gobierno de Obama, que si no es aprobado por el Congreso estadounidense ocasionará un default o, lo que es lo mismo, el incumplimiento de los compromisos financieros nacionales e internacionales.
La situación es tan grave que no se podrá aplicar la ley de reforma de salud, según la cual millones de estadounidenses que hoy están desprotegidos puedan acceder a pólizas de seguros privados y, de manera gratuita, a ciertos servicios médicos y vacunaciones.
Estas tímidas medidas de corte social han causado pánico entre los conservadores del Tea Party, quienes consideran que de aplicarse en Estados Unidos llevarían a ese país al borde del comunismo. Afirmaciones muy parecidas a las que hacen aquí las y los trogloditas contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Lo cierto del caso es que ya hay un cierre parcial de las administraciones federales estadounidenses desde el 1 de octubre, que ha perjudicado a más de 800 mil funcionarios bajo una nueva modalidad de desempleo técnico -no están despedidos pero no pueden cobrar un centavo-, a lo que se agrega la pérdida mil 600 millones de dólares a la semana, según reportes de la empresa analista de mercados IHS Global Insight.
En el terreno internacional el cierre implica también el cese de pagos de la deuda, hecho que China y Japón, principales acreedores de Estados Unidos, han visto con preocupación, debido a que de no resolverse impactaría de manera negativa el valor de esos títulos y arrastraría en su caída al dólar como patrón monetario.