La gente que llevó al poder a la coalición de izquierda exige que no trance con la UE y el FMI|Activistas sociales presionan a Syriza para que cumpla sus promesas

Mientras contempla el parlamento griego desde la Plaza Sintagma, Despina Kostopoulou explica por qué el futuro de su país pende de un hilo. La empleada de limpieza de 53 años Despina Kostopouloude edad no forma parte del nuevo gobierno de Syriza, que está librando una batalla contra las grandes potencias de Europa. Pero como lideresa de una de las protestas griegas más importantes de los últimos años, sabe lo que es necesario hacer para salvar a su país.

El gobierno de tendencia izquierdista de Syriza se enfrenta a Alemania, la Unión Europea (UE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y los griegos se han lanzado a la calle para apoyarlo. En Atenas, miles de personas han permanecido concentradas en la Plaza Sintagma para exhortar a Syriza a cumplir sus promesas. Es decir, acabar con los recortes en el gasto público, las privatizaciones y los ataques contra los derechos de los trabajadores, condiciones impuestos país por la UE, el BCE y el FMI que han puesto a Grecia de rodillas.

Alemania, la UE y el BCE amenazan con llevar a Grecia a la bancarrota si abandona el programa de austeridad. Syriza advierte que dejará la Eurozona si no se le permite poner marcha atrás a la austeridad e invertir en empleos y nivel de vida. A su vez, los griegos consideran que la única manera de de asegurarse de que su Gobierno no se eche para atrás es mostrar su fuerza y mantenerse en la calle, advierte Despina: “Syriza llegó al poder porque los trabajadores nos echamos a la calle a apoyarlo y ponerlo en el poder, y ahora necesitamos seguir saliendo a la calle para mantenerlo en el poder”.

“Si salimos a la calle mientras Syriza renegocia la deuda nacional, y si salimos a la calle cuando parezca que Syriza no va a cumplir sus promesas, o alguna vez si no lo hace, entonces las cosas mejorarán y nosotros ganaremos. El futuro de nuestro país depende de lo que hagamos ahora. Nos toca a nosotros, más que nunca”.

ASEGURAR EL RUMBO

Despina es una de los miles de trabajadores gubernamentales despedidos a los que Syriza les ha prometido devolverles el empleo. Empleada de limpieza del ministerio de finanzas por más de 20 años, participó en la conducción de una huelga de 16 meses, que ganó el apoyo de los griegos y captó la atención de los medios del mundo entero.

Mientras habla apunta a una exhibición de fotos de la huelga. Imagen tras imagen se mostraba a empleadas de limpieza –mujeres de mediana edad humildemente vestidas– maltratadas y golpeadas por los policías antimotines. En una de las fotos aparece Despina con el rostro desfigurado y tumefacto.

“Acababan de anunciar en la televisión que nos despedirían. Me acosté trabajadora y me desperté desempleada”, rememora. “Así estaban las cosas. El gobierno ignoraba los derechos de los trabajadores o los anulaba. Ahora vamos a volver a trabajar y eso es importante para nosotros y nuestras familias. Pero para nosotros el punto más importante no es la vuelta al trabajo sino ayudar a que cambie toda la situación en Grecia”.

Incluso antes de la huelga, los salarios de las trabajadoras de limpieza se habían derrumbado mientras Grecia se precipitaba en un descalabro económico bajo el programa de austeridad.

“Mi familia me ayudaba a mantenerme, pero si no hubiese sido por mi pareja habría quedado en la calle”, cuenta la luchadora Despina Kostopoulou uchadora, cuyo salario se vio reducido a apenas 400 euros al mes. “Pero yo era una de las sortarias. Algunas mujeres estaban recibiendo menos de 300 euros al mes porque no habían trabajado en el ministerio tanto tiempo como yo. Debían tanto del alquiler que pasaban días sin comer para conservar sus casas, y se desmayaban del hambre. Algunas perdieron sus hogares y tuvieron que mudarse a casa de sus familiares, otras tenían niños que tuvieron que dejar los estudios. Era una catástrofe social. Pudimos seguir adelante porque en todas las áreas nos apoyaban redes de solidaridad que nos proporcionaban ropa, comida y asistencia médica”.

Eso incluía niños que elaboraban jabón de oliva para recaudar dinero para las trabajadoras de la limpieza.

Aquella huelga fue un despertar político para las mujeres: “Nunca antes me había involucrado en política hasta semejante nivel, y para mí haber tomado parte en esa lucha fue algo enorme”, dice Despina, que pasaba las noches en los piquetes de 24 horas a las afueras del ministerio en Atenas, y estuvo entre los huelguistas invitados a hablar en las protestas en contra de la austeridad a todo lo ancho de Europa. “No muchos de nosotros tuvimos la oportunidad de ir a la universidad, pero aprendimos mucho en esa lucha, era una educación real. Me mostró lo fuerte que puede resultar el pueblo griego y por qué necesitamos seguir adelante”.

HONDAS CICATRICES

Las cicatrices de la economía de austeridad se ven por todas partes. En Atenas se clausuraban tiendas y se pintarrajeaban paredes con airados graffitis políticos. Y ya nadie volteaba a mirar cómo una madre con sus niños escarbaba en los recipientes de basura en busca de comida. Para algunos, la situación simplemente resulta demasiado y las tasas de suicidio se han disparado.

Tras cinco años de austeridad, la economía se ha contraído en por lo menos un 25%, el desempleo ha remontado hasta casi los 2 millones y varios millones más trabajan solamente unos pocos días al año. Entre los jóvenes la tasa de desempleo es de al menos el 50%. A los empleadores se les dio luz verde para contratar trabajadores de Europa del Este, Asia y África con bajos salarios. Propiedades del Gobierno fueron vendidas a precio de gallina flaca en medio de una tempestad de escándalos de corrupción.

Las pensiones han sufrido disminuciones drásticas y los derechos y la protección de los trabajadores fueron llevados a la hoguera. Se han cerrado hospitales y clínicas, en tanto que médicos y enfermeras prestan servicio voluntario, a veces empleando instrumental veterinario. Despojados de seguro de desempleo, millones de griegos recurren a los comedores de beneficencia o a la caridad de sus familiares.

BUSCAR UN PLAN B

El escritor y comentarista político griego VN Gelis (Vangelis Petrohalos) dijo que para sobrevivir, Syriza tiene que abandonar “el odiado programa de austeridad” y dar cumplimiento a sus promesas de invertir en el país: “Si Syriza se doblega y continúa implementando las políticas del gobierno anterior, incluso algún tipo de programa de austeridad light, entonces las elecciones del mes pasado habrán perdido sentido”.

De hecho, los votantes les dieron la espalda de un todo a los viejos partidos Pasok y Nueva Democracia, que tradicionalmente formaban gobierno, por implementar las políticas que les fueron impuestas a Grecia por la UE, en particular Alemania, el BCE y el FMI. “Volver a esas mismas políticas sería ignorar completamente la voluntad del pueblo griego, negar la elección y autocondenarse al pipote de basura de la historia. Syriza simplemente se fragmentaría en los diferentes grupos que se unieron para formar el partido”.

VN Gelis espera que los griegos se mantengan en la Plaza Sintagma, ejerciendo presión sobre Syriza: “Ya ha habido fuertes ruidos con motivo de las declaraciones del ministro de finanzas Yanis Varoufakis, acerca de un presunto acuerdo para implementar ciertas cosas del programa de austeridad de la Troika a cambio de una inyección de dinero. He visto decenas de miles de personas colmar la Plaza Sintagma para pedirle a Syriza que no haga ese tipo de trato”. Sin embargo, el Gobierno necesitará “un plan B practicable” en caso de que se le expulse de la Eurozona, menciona VN Gelis. Al igual que un creciente número de griegos, él vería con beneplácito un regreso a la vieja moneda griega, el dracma, y un mayor comercio con Rusia y China.

Sin embargo un aumento sustancial de los negocios con China también resulta sumamente controversial. La venta de parte del astillero de El Pireo a un gigante de la industria china fue un importante punto del programa de austeridad económica. Pero muchos griegos se le opusieron fuertemente, incluidos los trabajadores del astillero que alertaron en contra de la rebaja de los salarios y la disminución de los derechos laborales.

Ahora la negociación está de vuelta bajo el microscopio. El ministro de Desarrollo, Panyiotis Lafazanis ha sugerido que podrían revisarse los planes de privatización del resto del astillero. Tras el telón, Beijing y Washington hacen lobby en favor de sus corporaciones, y Alemania y la UE presionan para que Grecia mantenga su adhesión a la política de privatizaciones de la austeridad.

LA BATALLA POR EL PIREO

La batalla por El Pireo –área industrial cercana a Atenas donde se ubican Los muelles– ilustra a la perfección el tipo de dificultad que afronta Syriza ahora que sus promesas en contra de la austeridad se ven confrontadas con la realpolitik, comenta VN Gelis.

Durante mucho tiempo, el mayor puerto de cruceros del Mediterráneo, El Pireo ha sido la joya de la corona industrial de Grecia. Su decadencia comenzó en la década de los 80 del siglo pasado, con la imposición de las reglas del libre comercio de la UE, pero durante los últimos cinco años se ha visto devastado al extremo por la blitzkrieg social e industrial.

En 2010 la mitad del puerto fue vendida por 500 millones de euros a Cosco, propiedad del Estado chino: una inversión extranjera récord para Grecia, pero una migaja para el gigante naviero con planes de abrir una nueva Ruta de la Seda a Europa.

El Muelle II, propiedad de Cosco, bulle de actividad. Grúas descomunales descargan contenedores gigantescos de los barcos, los camiones se entrecruzan en el recorrido de las vías. Desde la privatización la actividad mercantil se ha triplicado. Pero esto se ha dado a un alto costo. El parlamento de la UE fue advertido de que Cosco ha impuesto condiciones de explotación de los trabajadores. Han salido a la luz reportes de trabajadores que ganan menos de la mitad de los salarios pagados al personal del muelle vecino, propiedad del Estado griego, o de trabajadores a los que se les obliga a cumplir agotadores turnos de ocho horas sin ningún descanso.

“La privatización ha acelerado la carrera hacia el abismo: un franco deterioro de las condiciones, acoso sindical y drástico recorte de la protección laboral”, sostiene Yannis Deliyannis, funcionario local del sindicato de trabajadores portuarios, OMYLE.

La oficina del sindicato es un contenedor transformado a la entrada del muelle, que es una sombra de lo que era antes. La superficie asfaltada está resquebrajada y en ciertos puntos está anegada de agua putrefacta. Hay pequeños grupos de hombres trabajando, pero las grúas descomunales permanecen ociosas.

En los últimos 30 años, el número de trabajadores que laboran en los astilleros ha caído de 25 mil a menos de 2.500, y de estos apenas 500 trabajan todos los días. El trabajo se comparte, lo que significa que la mayoría trabaja menos de 30 días al año, según explica Delyannis. Y agrega que apenas 10% alcanza el umbral de los 50 días de trabajo anual que les permite calificar para recibir asistencia médica gratuita por parte del Estado. Y con trabajadores a los que se les paga entre 75 y 125 euros por una jornada de siete horas, están luchando por el acceso a la distribución de alimentos gratis.

“Alguna vez este fue un hermoso astillero con suficiente trabajo para permitirnos vivir a todos nosotros, pero la UE lo ha ido disminuyendo sistemáticamente. Ahora apenas podemos sobrevivir. Los trabajadores tienen que depender de sus familiares o sus padres, si los padres están pensionados. Las familias se están desmembrando a causa de la crisis económica, la gente se está suicidando y los bancos están procediendo a la recuperación de la propiedad de sus casas”, describe Delyannis

APOYAN Y VIGILAN A SYRIZA

El sindicato se ha visto lanzado a la batalla contra los efectos de la austeridad en las comunidades en que viven sus miembros. Cuando el gobierno anterior introdujo leyes que facilitaban a los acreedores apoderarse de las casas de la gente, el sindicato local ayudó a organizar protestas para enfrentarse físicamente a los funcionarios.

“Ahora ya no podemos seguir luchando únicamente por nosotros mismos, tenemos que luchar por las comunidades también”, continúa Deliyannis. «Nuestra tarea es proteger a todos los trabajadores, parar las recuperaciones de casas por los acreedores, parar los cortes de la electricidad. Estamos organizando para parar las políticas del genocidio económico. Y si tenemos que hacerlo nos organizaremos contra el gobierno de Syriza. Exigiremos un plan económico racional en el cual el Estado intervenga para reconstruir los puertos, reconstruir la economía, y restaurar los derechos de los trabajadores”.

“Grecia es una nación naviera, así que queremos que los trabajadores tengan derechos apropiados, trabajo regular, normas de salud y seguridad, cobertura de servicios médicos y leyes que impidan que la gente trabaje demasiadas horas. Estaremos vigilantes de que el gobierno de Syriza no vaya a seguir el mismo camino de los gobiernos anteriores, Si lo hace nos organizaremos para pararlos. Pero si hacen cosas que sean buenas para nosotros, si cumplen sus promesas, los apoyaremos hasta el final”, sentencia el sindicalista.

La estatua de un obrero naval ―musculoso y desafiante― parece escrutar las ruinas de los muelles. Bajo ella, un pequeño corro de hombres comparte un cigarrillo, las manos en los bolsillos, los cuellos de las chaquetas vueltos hacia arriba para protegerse del viento.

Uno de ellos, un soldador cercano a los 60 años, de rostro ajado y aire de viejo boxeador, ha estado sin trabajo por cinco años. Prefirió no dar su nombre y dijo que el sindicato no ha hecho lo suficiente para enfrentar la austeridad, y que votó por Syriza. Vive en Parama, un suburbio de El Pireo, con tres hijos que también están desempleados. Sobreviven gracias a donativos de comida. Su esposa murió recientemente, hace la confidencia: “No tenemos dinero, ni pensiones, ni asistencia médica. Lo único que tenemos son las clínicas solidarias para la comida básica. Tengo amigos que se han divorciado por culpa de la presión”.

“Alguna gente se suicida”, agrega el viejo naviero, “pero las comunidades han tratado de apoyarse unas a otras. No ha habido un aumento de los crímenes y nos hemos organizado para impedir que a la gente les corten la electricidad por no pagar impuestos o los acreedores les expropien sus casas. Mucha gente siente que Syriza es nuestra última esperanza, y lucharemos a muerte para impedirles que regresen a la austeridad”.

Las condiciones de vida en Parama se han deteriorado tan profundamente en estos últimos años que muchos de los trabajadores del astillero llaman al área “Zona Cero”. La mayoría vive en casas que ellos mismos construyeron con bloques, sin calefacción ni electricidad. Más de las tres cuartas partes son desempleados o subempleados, casi la mitad sobrevive gracias a los donativos de alimentos de los comedores de beneficencia administrados por la comunidad, y casi ninguno tiene acceso al servicio hospitalario. Los servicios médicos los proporcionan médicos voluntarios.

T/ Leo Garib
F/ Cortesía y agencias

ES LA ESPERANZA DE GRECIA.Y POR QUE,NO PENSAR QUE DE EUROPA TAMBIEN.ES EL CAMBIO NECESARIO.ANTE EL,SIRIZA,SE PRESENTA UN PANORAMA MUY SIMILAR AL QUE LE TOCO ENFRENTAR A NUESTRO ETERNO HUGO CHAVEZ.Y PARA EL,UN CONSEJO DE SU PUEBLO NO ESTA DEMAS.DEBE TENER LA SEGURIDAD QUE SU PUEBLO LO APOYA Y CONFIA EN EL Y POR SUPUESTO QUE COMO PRESIDENTE DEBE HONRAR LOS COMPROMISOS CON QUIENES LO ESCOGIERON COMO TAL.VENDRAN TIEMPOS MAS DIFICILES PARA LOS GRIEGOS,PERO HAN DE SER NECESARIOS,SI HAN DE QUERER RECUPERAR LO QUE LE HAN ROBADO MEDIANTE ESAS INFAMES MEDIDAS DE AUSTERIDAD.YA EN NUESTRA AMERICA SABEMOS MUCHO DE ESTOS PAQUETAZOS ECONOMICOS Y DE TODO LO QUE LE SIGUE:MISERIA,HAMBRE,PRIVATIZACIONES,TRANSCULTURIZACION.OJALA PUEDAN TOMAR CONCIENCIA DE LO QUE HEMOS VIVIDO Y VIVIMOS PARA QUE LOGREN TRAZAR SU RUTA HACIA EL CAMBIO NECESARIO Y DIGAN «NO» AL NEOCOLONIALISMO IMPERIAL Y A LA BARBARIE DEL CAPITALISMO.