Julio es un mes de esos que aparece casi lleno de marcas importantes. Desde el día de la Patria hasta el cumpleaños del comandante supremo Hugo Chávez, varias cosas se suceden por estos días. Entre una cosa y la otra, en la nostalgia que tratamos de evadir por el natalicio de nuestro segundo Libertador, el pasado 28 de julio, cuando recién se celebraba el aniversario de la fundación de Caracas.
Caracas es un sentimiento complejo, ni siquiera uno puede decir que es ambiguo o dicotómico, es en todo caso un sentimiento múltiple, una gamma más bien. Caracas puede verse caótica, pero es sin duda una de las ciudades más vivas que uno pueda imaginar. Su vitalidad rebosa en cada esquina. En los últimos años un milagro le ha ocurrido a Caracas. Un esfuerzo mancomunado del Gobierno Bolivariano ha venido construyendo la ciudad que el presidente Chávez soñó. Es cierto que falta mucho, pero es cierto que Caracas está cada día más bella.
Se ha convertido en un ejemplo a seguir, justamente ahora que vienen las elecciones municipales, para que los alcaldes de tantas ciudades del interior vean como una ciudad que fue catalogada muchas veces de ingobernable, hoy es un ejemplo de voluntad política por rescatarla de la desidia que la había sepultado durante tantos años. Ojalá y ese milagro se extienda a otros ámbitos.
Cuando a uno como caraqueño, le tocó vivir un exilio forzoso, porque los precios de la vivienda en ella son impagables, y tocó tomar morral y familia para irse a otra “ciudad”, nos queda el sinsabor de ver cómo en el interior la vida es otra cosa, lejos del resplandor de una ciudad que todo lo tiene, pero que tantas veces no se valora.
En el caso de Guayana, por ejemplo, la cultura parece ser algo que está fuera del alcance de la imaginación, pues nada pasa al respecto. La cultura comercial impera y sus ciudadanos se acostumbraron a un modo de ser y hacer cuyo único centro es el dinero. Triste realidad nos embarga.
Jorge Rodríguez y Jacqueline Farías deberían hacer un manual para ser alcaldes, a ver si algo cambian las prácticas socioculturales que tanto nos falta y en algo sentimos que nos desarrollamos. Casi siempre nos queda la sensación de que Venezuela llega hasta donde termina Caracas.