Países del Golfo Pérsico, dirigidos por Arabia Saudita, se están moviendo para reforzar su apoyo militar a los mercenarios en Siria y desarrollar opciones de políticas independientes de Estados Unidos a raíz de lo que ven como un fracaso del liderazgo de EE. UU. luego de la decisión del presidente Obama de no lanzar ataques aéreos contra Siria, según dijeron altos funcionarios del Golfo.
Aunque los sauditas y otros en la región han estado suministrando armas a los mercenarios desde que los combates en Siria comenzaron hace más de dos años y han cooperado con una operación lenta de la CIA para entrenar y armar a la oposición, funcionarios dijeron que han renunciado en gran medida a Estados Unidos como el líder y coordinador de sus esfuerzos.
En cambio, los sauditas planean expandir instalaciones de entrenamiento que operan en Jordania y aumentar el poder de fuego de las armas enviadas a los grupos rebeldes que están luchando contra elementos extremistas, incluso en su lucha contra el gobierno sirio, según funcionarios del golfo que hablaron bajo la condición de anonimato para preservar el respeto con Estados Unidos.
Lo que los funcionarios describieron como una operación paralela independiente de los esfuerzos de Estados Unidos está siendo discutido por los saudíes con otros países de la región, según afirmaron funcionarios de varios gobiernos que han participado en las conversaciones.
La infelicidad sobre Siria es sólo un elemento de lo que funcionarios sauditas dijeron sobre varios grados de desencanto en la región con la política del Medio Oriente del gobierno estadounidense, incluyendo sus negociaciones nucleares con Irán y la crítica del nuevo gobierno de Egipto.
El secretario de Estado, John F. Kerry, llegó a Arabia Saudita el domingo en una visita concertada a toda prisa – para incluir su primer encuentro con el rey Abdullah el lunes – que fue diseñada para suavizar las relaciones de Estados Unidos cada vez más desgastadas con el reino.
Kerry también irá a los Emiratos Árabes Unidos, Jordania e Israel, que han expresado preocupación a lo que considera una postura débil de EE. UU. en la región. El viaje de 11 días también incluye visitas a la Cisjordania, Polonia, Argelia y Marruecos.