En un duro ataque a la oposición republicana en el Congreso norteamericano, el presidente Barack Obama advirtió que los recortes «estúpidos» costarán trabajos y dañarán la economía de Estados Unidos.
La reunión en la Casa Blanca entre Obama y los líderes demócratas y republicanos del Congreso concluyó sin un acuerdo para intentar evitar los recortes automáticos del gasto público a partir de la medianoche de este 1° de marzo.
El presidente de los Estados Unidos habló ante la prensa y volvió a alertar de que el “dolor” que van a causar esos recortes a cientos de miles de estadounidenses “será real”.
“Cuanto más tiempo permanezcan en pie esos recortes, mayor será el daño para nuestra economía”, advirtió el presidente en la sala de prensa de la Casa Blanca.
Según Obama, los recortes, valorados en más de 85.000 millones de dólares y que se aplicarán paulatinamente en los próximos meses, supondrán la pérdida de 750.000 empleos y la reducción de medio punto porcentual en el crecimiento del PIB.
Esos recortes “no son necesarios” y van a ocurrir porque los republicanos en el Congreso así lo han decidido, explicó el presidente.
El conflicto en las negociaciones está en que los republicanos consideran que el gasto del Gobierno es excesivo y hay que recortarlo más, mientras los demócratas persiguen una reforma fiscal para aumentar los ingresos del Estado a la que los conservadores se oponen.
“La discusión sobre los ingresos, en mi opinión, ha terminado. Se trata de asumir el problema del gasto”, sostuvo el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner.
Barack Obama presionó al Congreso para evitar una paralización de las actividades del Gobierno cuando la autoridad del gasto federal se acabe el 27 de marzo, al decir que “es lo correcto”.
Republicanos y demócratas acordaron en 2011 esos recortes para forzar un pacto de largo alcance sobre la reducción del elevado déficit público -superior al 8% en 2012- que todavía no ha llegado.
La Casa Blanca y sus aliados demócratas en el Congreso insisten en aumentar los ingresos al fisco mediante la eliminación de resquicios legales y de diversas deducciones tributarias, para así compensar los recortes al gasto público.
Pero los republicanos, en general, se oponen a lo que consideran una suba de impuestos y exigen que la solución venga sólo de la mano de recortes fiscales.
Aunque el Congreso y la Casa Blanca hubiesen logrado un acuerdo para evitar los recortes automáticos al gasto público, tendrían poco tiempo para recuperarse de esta batalla fiscal y prepararse para la siguiente, pues el próximo 27 de marzo se agotan los fondos para buena parte de las operaciones gubernamentales.