A pesar de que apenas recibió alguna atención de los medios en ese momento, un renombrado bioquímico británico quien en 1998 expuso la impactante verdad sobre cómo los organismos genéticamente modificados causan daño a los órganos y provocan fallo reproductivo, disfunción digestiva, alteraciones de la inmunidad y cáncer, entre muchas otras enfermedades, fue inmediatamente despedido de su puesto de trabajo, y los investigadores que lo asistieron fueron destituidos de sus cargos en un plazo de 24 horas, a partir del momento en que los resultados del estudio se publicaron.
Arpad Pusztai, quien es considerado uno de los bioquímicos más respetados del mundo, había dirigido por tres años un equipo de investigadores de prestigio del Instituto de Investigación Rowett de Escocia, que estudiaron los efectos a la salud de una novedosa papa genéticamente modificada con toxina Bt.
Para sorpresa de muchos, el equipo descubrió que, contrarioa la retórica de la industria de los transgénicos, la papa Bt fue responsable de causar daños graves a la salud de ratas de ensayo, hecho que fue transmitido rápidamente a los medios de comunicación debido a la preocupación por la salud pública.
Pero en vez de ser elogiados por su honesta evaluación a esta papa genéticamente modificada, Pusztai y sus colegas fueron castigados por las autoridades gubernamentales respaldadas por la industria, incluyendo el primer ministro británico Tony Blair, desde cuya oficina se contactó en secreto al Instituto de Investigación Rowett solo horas después que Pusztai y su equipo anunciaran los resultados de su estudio en televisión.
Recientemente, el diario Egypt Independent informó que una investigación similar realizada por Hussein Kaoud de la facultad de Higiene Veterinaria de la Universidad de El Cairo, también hizo algunos descubrimientos fascinantes, aunque políticamente incorrectos sobre los efectos en el cuerpo de los organismos genéticamente modificados.
Luego de alimentar a nueve grupos de ratas con diferentes combinaciones de soya, maíz, trigo y canola genéticamente modificados, Kaoud y su equipo observaron que estos venenos genéticos claramente obstruyeron la función normal de los animales, ratificando la investigación de Pusztai.