La cifra oficial de muertos por el terremoto y el posterior tsunami que estremecieron el noreste de Japón el pasado viernes se elevó a 977, mientras que los desaparecidos se ubican en 739, según el último recuento difundido por la Policía. Cuerpos de seguridad afirman que casi 400 mil personas han sido evacuadas desde la tragedia.
Se prevé que el número de víctimas fatales aumente con el paso de las horas. Las autoridades de la provincia de Miyagi (noreste) advierten que hay más de 10 mil personas sin localizar, la mayoría habitantes de un mismo pueblo, Minamisanriku, arrasado por el tsunami que siguió al sismo.
Además hay mil 167 personas desaparecidas en la provincia de Fukushima, según han contabilizado las autoridades locales.
El Gobierno de Tokyo ordenó el despliegue de 100 mil efectivos militares en las zonas afectadas, mientras que al país ya llegaron los primeros equipos de rescate enviados por otros países.
China envió 15 socorristas y cuatro toneladas de ayuda humanitaria en medicinas, equipos de telecomunicaciones y plantas eléctricas.
Desde Australia llegaron 72 socorristas para trabajar en labores de emergencia. El equipo, integrado por bomberos, ingenieros estructurales, médicos y paramédicos, lleva consigo detectores de radiación, ante el peligro generado por la planta nuclear en Fukushima. Este grupo trabajó recientemente en la búsqueda y rescate de sobrevivientes del terremoto de Nueva Zelanda en febrero pasado.
La Agencia Meteorológica de Japón ubicó en magnitud 9 en la escala abierta de Richter, el evento principal del terremoto, con lo que modifica así el número anterior de 8,8.
Las labores de rescate han logrado salvar a tres mil personas en las zonas de Iwaki y Miyagui, al norte del archipiélago.
Los sismólogos estudiaron todos los datos y calificaron este sismo de iguales proporciones al de Indonesia en 2004, que se calcula que dejó al menos 230 mil muertos.
Entretanto, las labores de limpieza en algunas ciudades siguen a marcha lenta y el Gobierno nipón insta a los ciudadanos a reducir el consumo eléctrico ante un posible racionamiento del servicio.