A 155 de años del asesinato de Ezequiel Zamora, el historiador e investigador Omar Hurtado destacó que “estudiosos de los procesos sociales han establecido que la coherencia sólida entre la manera de pensar, la palabra y la actuación es lo que define a un verdadero revolucionario. Y Zamora lo fue, al asumir como propósito de vida la reivindicación de las masas populares”.
Ese compromiso, señaló Hurtado, le ganó “la profunda confianza que el pueblo tenía en él como su conductor y la veneración que le guarda hoy en día”.
DE GRAN IMPORTANCIA
Hurtado, docente de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador e Investigador adscrito al Centro Internacional Miranda, enfatizó que es importante recordar que “la batalla de Santa Inés ha sido objeto de reconocimiento y estudio por importantes academias militares por la manera como el Valiente Ciudadano diseñó el sistema de trincheras; esquema defensivo aplicado por el genio militar de Ezequiel Zamora y que solo fue usado 55 años después en la Primera Guerra Mundial”.
“Por todo eso, el General Ezequiel Zamora es una figura sumamente importante para todos los procesos políticos y sociales que se han desarrollado, desde la década de los sesenta del siglo XIX, en Venezuela”, expresó.
“Zamora es importante para la Revolución Bolivariana por la identificación que tuvo con las mayorías irredentas del país, y por las banderas que guiaron el movimiento que representó, las cuales todavía están en plena vigencia. Chávez lo colocó, y no por casualidad ni capricho, sino por convicción revolucionaria, junto al Libertador y a Don Simón Rodríguez, como el centro e hilo conductor del proceso que vivimos actualmente los pueblos de este continente”, aseveró.
LA VENEZUELA DE ENTONCES
Hurtado cuestionó las versiones de los “representantes del regresionismo político” quienes afirman que “su accionar estaba dirigido a lograr la segunda independencia”. A su juicio esto “conduce a creer que se dirigen a un pueblo que, pareciera, según ellos, no tener memoria histórica”. Al respecto, manifestó que “cuando el joven Ezequiel Zamora entra en contacto con las masas populares, encuentra a una población que no había sido tomada en cuenta por quienes habían usufructuado los logros de la lucha por la Independencia”, y, por otra parte “a una oligarquía que se había autoconferido los beneficios económicos y sociales de la magna gesta”.
Fue eso lo que lo llevó “a identificarse con los liberales, quienes se organizaban para desmontar ese estado de injusticia. Entonces se dedicó a leer todo lo que le llegaba, a predicar ante las masas acerca de las vías legales para superar ese estado de inopia popular y a participar, a través de las vías establecidas en la constitución, para adelantar la corrección necesaria”, expilcó.
LA TRAMPA CONSERVADORA
Hurtado contó que Zamora se postuló como “candidato principal a la Asamblea Provincial con aquellos aliados (los liberales), pero la evidente pugnacidad del conservadurismo contra su figura, no permite que su elección, que se daba por descontada dado su ascendiente, se consolide”.
Agregó que los conservadores, “por medio de argucias leguleyas le retiran sus derechos como ciudadano, le impiden votar y declaran nulos los votos que pudiera recibir. Sin embargo, los líderes liberales montan una reunión en La Victoria con los adversarios, que no se dio por temor a las manifestaciones del pueblo contra el caudillaje conservador”.
Señaló que “debido al fraude que desconoció su elección como diputado para impulsar las transformaciones a las que se aspiraban”, Zamora decidió “tomar las armas como vía expedita para impulsar lo que los otros mecanismos negaban”.
LA HISTORIA LO DISTORSIONA
Para el profesor Hurtado Zamora sigue asombrando a la oligarquía de ayer de y de hoy, que al no poder explicárselo, optan por descalificarlo.
“A Ezequiel Zamora no se le conoce obra escrita propiamente dicha, pero nos dejó sus proclamas e instrucciones militares. En las mismas, como demuestra el General Jacinto Pérez Arcay, se encuentra a un hombre que estudió muy poco la abstracta teoría de la ciencia militar”, “fue más bien un comandante práctico y dinámico. Sus investigaciones militares eran de campo, no bibliográficas”.
Hurtado subrayó “las excepcionales dotes de mando y singular imaginación creadora de Zamora para realizar tácticas que resultaron victoriosas”.
“De sus fulgurantes campañas militares se deduce que había guardado en su pupila de soldado y grabado en su mente muchas clásicas jugadas con que algunos grandes capitanes coronaron sus victorias, esas trampas mortales en que habrían caído los más avisados conductores de tropas de otros tiempos».
Sin embargo, como se corresponde con su visión del mundo que descansa en la discriminación, la exclusión y la supuesta calidad meritocrática y al desconocimiento del valor de las culturas ancestrales y los aportes de los sectores populares al desarrollo científico, la historiografía oficial dominante nos ha mostrado a Zamora como un «tropero ignorantón”.
NO ERA MARXISTA
A la pregunta de si Zamora era marxista, Hurtado respondió que no sería sensato definirlo como tal. “Desde muy joven Zamora se sintió llamado para ubicarse al lado de los menos favorecidos por el régimen de explotación en el que nos encontrábamos sumergidos. Es lo que denotan los documentos suscritos por el Valiente Ciudadano durante toda su trayectoria, y aclara el desprendimiento y definición de objetivos con que trata a sus contertulios de Villa de Cura y se comunica con sus soldados durante el fragor de las campañas militares”.
LO MATÓ SU PROPIA GENTE
-¿Son ciertas las afirmaciones de que fue asesinado por su propia gente?
“Lamentablemente, no se han podido precisar. Testigos coinciden en datos muy generales La mayoría insiste en que el tiro fue disparado desde la torre de la Iglesia, aunque no ofrece un angulo de tiro favorable al terreno en que cae herido de muerte el General del Pueblo Soberano”, señaló Omar Huratdo.
“Otra teoría, menos publicitada, explica -según el estudio del cuerpo- que el tiro fatal fue percutido a una distancia más corta, lo que señalaría como posibles causantes del crimen a quienes estaban cerca de él en ese momento, como Antonio Guzmán Blanco, quien, a la larga, llegó a ser Presidente y el gran ganador de tan deplorable acontecimiento”.
“Hay otra especie que alude una pelea entre dos oficiales que obliga la presencia de Zamora para calmar a los participantes y que seguidamente el triunfador de este encuentro le hace revisar un escrito, supuestamente, redactado por el General Falcón, Presidente en campaña, y lo invita sentarse. Zamora desestima la sugerencia, se apoya en el espaldar de la silla, levanta el papel a la altura del rostro y recibe el balazo”.
Hurtado dijo que si nos atenemos a esas narraciones, “nos vamos a encontrar con muchas lagunas y dudas: ¿Qué motivo, en verdad, la disputa entre los oficiales?, ¿ella no fue más que una mortal trampa?, ¿Por qué requirieron en persona al General Zamora y no a otro superior?, ¿Que tan urgente era la instrucción del futuro Mariscal, que el Valiente Ciudadano no podía revisarla en un sitio donde fuera menos vulnerable?”
“Además también tenemos que preguntarnos: ¿Por qué se ocultó el cadáver, a través de un entierro apresurado?, ¿Como pudo el General Guzmán Blanco (el gran ganador con el trágico lance) redactar una carta a la viuda, donde falseó varios intervinientes?”.