Para el próximo viernes 16 de agosto está previsto el estreno oficial de Corpus Christi, el largometraje de ficción número 11 de César Bolívar, realizador venezolano reconocido por sus historias adscritas, en su mayoría, al género del policial, como es el caso de Homicidio culposo, película que en el año 1984 estableció el récord de taquilla, aún imbatido, con una convocatoria superior a un millón 335 mil espectadores.
En palabras de su propio autor, Corpus Christi es un proyecto de la Fundación Villa del Cine que se le encargó con la intención de fusionar los elementos propios del policial con un drama vinculado a una cofradía costeña de los Diablos Danzantes de Corpus Chrtisti, primera tradición venezolana declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En líneas generales, Bolívar adelantó que la historia gira en torno al asesinato del líder de la cofradía, hermano de un policía que, luego de 30 años, regresa a su pueblo natal para resolver el caso con la colaboración de su familia. Durante la trayectoria hacia la resolución del homicidio, el investigador se enfrenta a sus propios demonios que creyó dejar en el pasado.
Según contó el cineasta y docente, en esta oportunidad el policial es una excusa para contar varios aspectos relacionados con la manifestación de raíz tradicional conocida como los Diablos Danzantes de Corpus Cristi.
“En esta película se habla de la estructura organizativa de las cofradías, las relaciones entre ellos, sus ceremonias y muchos otros elementos. También se hace referencia al hecho de que algunos sacerdotes de la iglesia católica no ven con buenos ojos esta tradición”, contó en conversación con el Correo del Orinoco.
En ese contexto aparece un elemento que, en opinión de Bolívar, “es uno de los más interesantes de la película: un nudo dramático familiar, marcado por la relación entre padre e hijos, que se desarrolla a lo largo de la historia”, comentó el director.
Un docudrama policial
A partir de un guión elaborado por Carlos Tabares, César Bolívar se involucró en la producción, en un principio, compartiendo ideas y opiniones para mejorar y consolidar el texto.
“Es la película en la que me he sentido más extraño. Porque siempre he tenido mucha participación en el desarrollo de las ideas, desde el principio. Siempre he trabajado con ideas propias, algunas veces con el apoyo de otros guionistas. Acá fue al revés: Carlos Tabares tenía una idea y yo aporté mi experiencia y conocimiento como realizador”, confesó César Bolívar.
– ¿La película se concentra en alguna congregación en especial de los Diablos Danzantes de Venezuela?
– No quisimos concentrarnos en ninguna particularmente, para ser un poco equitativos. Sí nos referimos a los Diablos Danzantes de la costa, para darle un contexto geográfico, que en este caso es Ocumare de la Costa.
-¿Esto implicó alguna dificultad adicional?
– El gran temor que tenía era no pecar de documentalista. Se me presentó el problema de que si era ficción o documental y manejarse entre estos dos lenguajes fue muy difícil de llevar en esta película, especialmente para lograr que tuviera un ritmo adecuado, que no tuviese esa lentitud documentalista. Nos concentramos en que la historia se contara de arriba a abajo.
-¿Hasta qué punto es documental?
-Obviamente tiene partes documentales, porque en el momento en que profundizas, aunque sea un poco, en una tradición que tiene muchísimos años, aunque no lo quieras entras en el campo del documental. Nos asesoramos muy bien sobre las danzas y la música. Cada grupo es libre de crear sus propios ritmos y eso permitió que la música incidental de la película tuviera ese ritmo afrocaribeño que es libre y no identifica directamente a ninguna de las cofradías. Alguien que la vio me dijo que es el primer docudrama policial que ha visto en su vida.
– ¿Esta es una historia pensada para atraer a un gran público?
– En todas mis películas anteriores, siempre le aposté mucho a la taquilla. Eso implicaba, hacer concesiones para atrapar al público. Por ejemplo, Homicidios culposo, fue un policial muy complaciente. Primero, estaba inspirado en un hecho real. En aquel entonces la intencionalidad fue explicar qué era un homicidio culposo con todas las aristas comerciales del policial. En este caso la intención es distinta, porque, de alguna manera, está cambiando la forma de hacer cine en Venezuela. Ahora es cine venezolano es menos complaciente porque se trata más como un hecho cultural, con un discurso propio, en el que se reflejan nuestras tradiciones y costumbres, para que el público se identifique y se vea a sí mismo como país. Esa es la intencionalidad de Corpus Christi.
-¿Y cuáles con sus expectativas con la taquilla?
Tengo grandes expectativas. Cuando vi el primer corte me pregunté “¿será que le gustará al público? Porque hay una tendencia: Si no le pones tiros, ranchos ladrones y esas cosas, la gente no se siente atraída. En ese sentido siento que esta historia no es complaciente. Pero creo que la audiencia la va a entender porque se va a identificar con una tradición y con un sincretismo religioso que forma parte de nuestras raíces. Ese atractivo es interesante para el público.
– ¿Es una manera de conocer, a través de la ficción, esas costumbres que por lo general son objeto de documentales?
-Sí. Pienso que esto se debería hacer en todas las regiones, que resalte las costumbres y tradiciones para que tengamos cinematografía más nacional, menos dedicada a convertir al cine solamente en un producto.