Por Werther Sandoval |La despolitizadas ONG (Opinión)

Una breve lectura de la lista de actividades y objetivos de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), conduce a pensar que, supuestamente, están orientadas a juzgar al Estado desde el desprejuiciado y equilibrado sentido de justicia de la sociedad civil.

La lista es larga, pero algunos propósitos son elocuentes: promoción y denuncia de abusos contra los derechos humanos, participación ciudadana, ayuda a los desfavorecidos, estudio y divulgación de indicadores.

Tan respetables y justas causas muestran la existencia de sectores de la sociedad civil organizados en núcleos denominados ONG, que por su condición civil y societario se ubican, supuestamente, en el lado opuesto al Estado, cuya sola mención es asociada a conculcar las libertades individuales de los ciudadanos.

El manto ideológico de las ONG se ha extendido; ahora no solo incluyen a supuestas organizaciones sociales altruistas, desinteresadas y despolitizadas; bajo el mismo perfil actúan grupos de interés dentro de las universidades públicas, que para tales fines manipulan a la academia y a la autonomía.

Que las ONG combatan al Estado no es más que un uso maniqueo de categorías, pues si bien el Estado es creado como fórmula para dirimir los inevitables conflictos entre las clases sociales, al final y en lo grueso termina siempre inclinando la balanza hacia los sectores más privilegiados.

El asunto tiende a complicarse porque las ONG hacen un uso indistinto de las categorías Estado y Gobierno. Este último es el conjunto de instituciones político-administrativas del Estado, encargadas de darle forma legal y legítima a las propiedades e intereses de la sociedad civil dominante, la que efectiva e históricamente creó y controla al Estado.

De allí que ese nombre No Gubernamental le queda muy bien a las ONG, porque en realidad ellas no buscan acabar de manera definitiva con el Estado, sino jalarle las orejas e incluso adecuar y torcer al Gobierno para que éste se adecúe permanentemente a sus intereses y garantice así que el Estado en su totalidad esté siempre a su favor.

Por ello es que a nuestra clase media, gran parte timorata y crematística, le cautiva las tareas de las ONG, pues le permite obtener dividendos sin contraer, supuestamente, compromisos políticos.

Por ello podemos hallar toda una gama de profesionales expertos en argucias intelectuales destinadas a denunciar actuaciones gubernamentales, y así justificar la recepción de pagos por parte de fundaciones nacionales e internacionales receptoras a su vez de recursos de los que verdaderamente pagan y controlan la orquesta: los grandes emporios de empresas transnacionales.

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Detrás de supuesto altruismo se han enmascarado organizaciones no gubernamentales para desestabilizar las actividades gubernativas del Estado. Han pretendido erigirse en Paraestado interfiriendo en la labor electoral con organizaciones paralelas que conculcan la exclusividad arbitral del Estado en materia electoral, caso SÚMATE. Reciben dinero de fuentes no comprobadas y fiscalizadas, se les exonera de impuestos y hasta reclaman financiamiento del Estado, amén de adversar el gobierno de turno. Son la fachada de verdaderas empresas privadas que enmascaran detrás de la figura de organizaciones sin fines de lucro su verdadero activismo antipatria.

  • Con las O N G que están operando en Venezuela es bueno que hagan lo que hicieron en Rusia: Las investigaron para determinar cuales eran las acciones que estaban realizando, y a aquellas que estaban en tareas de tipo comercial las obligaron a pagar impuestos, y a las otras que estaban interfiriendo con las actuaciones del gobierno, sencillamente las expulsaron. Aquí hay muchas que están haciendo esto último. Sáquenlas de aquí ya.