La manifestación popular venezolana de los Diablos danzantes de Corpus Christi cumple con todos los requisitos exigidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) para ser declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En entrevista con la Agencia Venezolana de Noticias, el viceministro de Identidad y Diversidad Cultural, Benito Irady, explicó en detalle los cinco requisitos exigidos por la Unesco para aprobar una manifestación cultural como patrimonio de la humanidad.
El país introdujo este año a los Diablos danzantes de Corpus Christi, quienes tienen presencia en los estados Aragua, Cojedes, Carabobo, Aragua, Guárico y Miranda. Esta manifestación data de 1600 y se mantiene hoy con el mismo vigor y devoción que en generaciones pasadas.
La primera exigencia de la Unesco consiste en demostrar la continuidad de la manifestación o su paso de generación a generación por los habitantes de una comunidad.
En el caso de los diablos venezolanos «no hay la menor duda porque esto es una manifestación que nace en el siglo XVII y a lo largo del tiempo se ha mantenido», explica Irady.
Por lo general, la tradición en el país se hace familiar, puesto que nietos de antiguos capataces son quienes hoy presiden cada una de las 11 cofradías que conviven en el país.
En segundo lugar se pide que la manifestación tenga un espacio compartido en países de América Latina y El Caribe.
«La celebración del Corpus se realiza en la mayoría de países latinoamericanos y en mucho de ellos hay manifestaciones de calle similares. Eso es un rasgo importante, que los diablos de Corpus van en procesión por la calle en devoción al Santísimo Sacramento», explica el viceministro.
Así como en Venezuela, las diabluras danzantes tienen lugar en Valencia, España; en Oruro, Bolivia; en la costa panameña de Azurero; en Valledupar, Colombia y en otros hemisferios del mundo.
Otra condición exigida es que el Estado asuma la responsabilidad de proteger la manifestación y «en Venezuela estamos haciendo esfuerzos para que la manifestación, en el futuro, tenga mayor estabilidad porque cada vez los 5.000 diablos existentes se multiplican», apuntó Irady.
Demostrar que la tradición popular es reconocida por la comunidad de procedencia es el cuarto requisito que el país cumple al 100% porque fueron los mismos integrantes de las cofradías quienes redactaron el expediente de solicitud para la Unesco.
«Nosotros le dimos los instrumentos para que elaborarán el expediente. Nosotros lo que hicimos fue apoyar en las traducciones al inglés y francés. El resto lo hicieron ellos», expresó.
Un último requisito en el reglamento consiste en incluir la manifestación dentro del catalogo patrimonial del país. Los diablos venezolanos forman parte del inventario de tradiciones que, anualmente, publica el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC) desde 2005.
OPORTUNIDAD PARA LA DIABLADA
En 2002, Venezuela introdujo la solicitud de incorporar a la diabalada en la categoría de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pero por falta de experiencia y dominio técnico de la festividad, ésta fue rechazada.
«Venezuela nunca había llevado una postulación a la Unesco y veíamos que países como México y Colombia participaban y ya contaban con siete tradiciones incorporadas», narra Irady.
En vista de eso, el país se motivó y emprendió unas alas de esperanza que lo hicieron miembro del Comité Intergubernamental del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco a partir de 2008. «Eso permitió que tuviéramos una profunda relación de trabajo con delegaciones de latinas, asiáticas y otras», agrega.
Armada de todo un equipo disciplinario, el país comenzó a empaparse en materia de salvaguardia del patrimonio y con eso, y la ayuda de la comunidad organizada, la oportunidad floreció de nuevo.
«La misma comunidad de diablos danzantes, al conocer que estábamos dentro del órgano, solicitó al Estado que retomara el expediente y que lo manejara el Centro de la Diversidad Cultural», destaca Irady.
De ese modo, las cartas están echadas y el país, junto con las 11 cofradías, espera el veredicto a conocerse el venidero diciembre en París, capital francesa, cuando la Unesco celebre la séptima reunión del comité que tiene a cargo la evaluación y aprobación de cada solicitud.